27 de mayo de 2009

Buscando


Buscando en la primavera perfecta.
Buscando entre sus nubes abultadas.
Buscando en el instante de la brisa fresca, aún sin agostar.
Buscando a través del tráfico, surcando el anhelo entre los humos y los cuerpos llenos de deseo y de olvido.
Buscando entre las pieles que se saludan y se saben recién estrenadas.
Buscando en las ramas del sol cegador.
Buscando, alcanzado de sonrisas anónimas.

Buscando entre las palabras,
sobre las aceras,
sobre las esquinas,
sobre los iconos,
en la tarde diminuta y sola.

Buscando en la memoria que me asalta,
en el aliento que me atrapa,
en el latido que me alcanza.
Buscando,
sobre las llamas buscando.

Buscando,
siempre buscando.

19 de mayo de 2009

100 años sin Albéniz.


Isaac Albéniz, 1860-1909

Me da por pensar últimamente en el poco cuidado que ponemos en tomar consciencia de nuestro Patrimonio. A veces parece que lo único que merece el rescate, la restauración o la puesta en valor es lo más tangible del pasado, es decir, la arquitectura. Y sin embargo hemos descuidado revisiones de importantes periodos de la historia de nuestro país, géneros literarios, científicos importantes, y otros tantos y tantos importantes creadores de las más diversas Artes...

La música, desgraciadamente, tampoco está entre los valores culturales por los que nos hayamos destacado mucho en cuidar como es debido. Últimamente estoy intentando descubrir nuevas obras y nuevos autores de nuestro país. Hay muy pocos, pero algún músico hay, que se está dedicando a rescatar y dar a conocer el inmenso patrimonio musical español encerrado en archivos de diferente naturaleza, olvidado y sin ser interpretado en muchos casos desde hace siglos. Al igual que hicieran hace años algunos con esa época de esplendor de la música española de los siglos XVI y XVII que ahora encandila a tantos melómanos de todo el mundo, se comienza a hacer ahora con el desconocido periodo (en lo musical, quiero decir) de los siglos XVIII y XIX. Intentaré hacer alguna entrada con lo que voy descubriendo.

Pero al hilo de lo que quería comentar, ayer fui plenamente consciente del desinterés que estos temas suscitan, ni siquiera entre las autoridades e instituciones que vertebran la vida cultural de nuestro país. Ayer se celebró el 100 aniversario de la muerte de uno de los músicos más importantes que hemos tenido, Isaac Albéniz. Casi nadie se ha hecho eco. Las celebraciones, a pesar de la rueda de prensa a bombo y platillo de la ministra de cultura, van a ser muy discretas. Y de muestra un par de botones. Ni siquiera la Orquesta Nacional de España (que la próxima semana ejecuta un programa de música española sin contar con él) lo ha programado este año. Tampoco el ciclo más importante de recitales de pianistas de este país, el de la revista Scherzo, ha intentado que su obra maestra, la suite Iberia, sea tocada en este año del aniversario de la muerte de su autor. Es cierto que existe un programa de actividades que pretende reivindicarlo, pero que si se mira detenidamente, tampoco aporta mucho, ni servirá para que efectivamente la figura de Albéniz sea más conocida y apreciada.

Y es que hablamos de un músico reconocido internacionalmente, no sólo como uno de los intérpretes de piano más importantes que hemos tenido, sino especialmente como uno de los más grandes compositores de música para piano del XIX. Su suite Iberia es considerada una de las cimas del instrumento.

Albéniz fue un músico formado en Francia, y estuvo en contacto con las élites y las vanguardias musicales de su época. Su modernidad es incuestionable, pero aquí nunca se le entendió, y eso que partió siempre de un conocimiento profundo y apasionado de la música popular, principalmente de aquellas del sur de la península ibérica. Él consiguió traducirlas a un lenguaje musical universal y moderno, a través de una escritura vibrante y honda sin dejar de ser profundamente folclórica. Y todo ello desde una complejidad formal fuera de lo normal, y una creatividad que simplemente nos desarma.

Para recordarle he elegido uno de los números de la suite Iberia menos conocidos, pero que está entre mis favoritos: Almería. Es la pura esencia del cante jondo, convertida en un impresionante ejercicio de ensoñación musical que desde una escritura nueva nos hace llegar igualmente ese lado hondo e infinitamente melancólico y oscuro que describe muy bien cómo no todo en este lugar del mundo es luz, alegría y buen humor...

La interpretación es la del pianista cordobés, Rafael Orozco, uno de los más grandes que hemos tenido en España en el siglo XX, y que se merece sólo él una entrada entera (quizá mi amigo Pe-jota se atreva a hacerlo, es de los que creo que encajan bien en su blog). No hace falta decir que es mi interpretación favorita.

18 de mayo de 2009

Sin palabras.

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y la definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica los paros cardíacos
y de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como un certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.


Mario Benedetti, 1920-2009.

12 de mayo de 2009

Blues y otros cuentos. Iñaki Echarte Vidarte


A pesar de que me gustaría poder escribir algo más neutro y objetivo, reconozco que me resulta difícil hacerlo cuando de quien estoy hablando es de Iñaki.

Parece que aquella noche de otoño primerizo en la que me lo encontré por primera vez quedase muy atrás en el tiempo. Pero en realidad no fue hace tanto. Sólo que entramos rápido uno en la vida del otro. Con calma, pero con la discreta velocidad de la complicidad. Y nos sembramos de noches y cervezas por las cuestas de ese Madrid que a ambos nos subyuga. Y desde el inicio nos cosimos con palabras, yo las suyas y él las mías. A nuestra manera, siendo tan diferentes, ocupamos un espacio común en nuestra manera de entender la palabra. Lo intuía, pero ahora que por fin tengo su primer trabajo entre mis manos, soy consciente de la ruta que hasta ahora yo sólo sospechaba.

Iñaki es un gran imaginador de oscura humanidad. Y su palabra es precisa, contundente y esculpida con mimo e inteligencia, como en la mejor literatura.

Sus personajes son derrotados de la vida, pequeños trozos de cristal roto, imposible de recomponer, pero reflejan lo que somos, seres en continua construcción porque continuamente nos destruimos un poco. Y es que el reflejo de quienes somos es imperfecto, fragmentario, superpuesto, pero es únicamente así, desde la ruptura, como lo más íntimo de nuestra identidad, ese secreto que todos llevamos dentro, puede respirar un poco y hacernos algo libres.

Pero no es sólo la complicidad lo que me lleva a recomendar el libro de Iñaki, Blues y otros cuentos. Sinceramente creo que en su construcción literaria, en su forma de narrar, hay no sólo una mirada personal y coherente, sino profundamente literaria.

Y para dar comienzo a este viaje infinito que supone lanzar un libro al mundo, el inicio lo pone la presentación que tendrá lugar en la Librería Antinous (Josep Anselm Clavé 6) de Barcelona, el próximo viernes 15 de mayo a las 19:30, y en la que participará Raúl Portero, actual ganador del IV Premio Terenci Moix de Narrativa Gay y Lésbica

La premura con la que se ha organizado todo me impide asistir, pero os animo a hacerlo a todos los que viváis o estéis por Barcelona. Pronto también lo presentará en Madrid, os mantendré al corriente.

Y qué mejor prueba que un pequeño extracto para dejaros con ganas de ir...


"Sonia salió a la calle, vestida únicamente con los calzoncillos del hombre sin nombre. Era un barrio nuevo y apenas había gente. Y aunque la hubiera. Le daba igual que la vieran así. Ya no le importaba nada.
Se sentó en el mismo banco en el que había conocido a su última pareja sexual y cruzó las piernas. Sonia pensó que había elegido mal, de nuevo, que necesitaba cambiar, otra vez. Lo que no alcanzo a pensar es que si se limitaba a cambiar de nombre, de casa, lo único que lograría era acabar sentada en un banco, semidesnuda, de madrugada, meditando una nueva herida"

(La eterna fugitiva, Blues y otros cuentos. Iñaki Echarte Vidarte, 2009)

Un abrazo grande, amigo, de esos míos que al principio te daban un poco de susto. Y suerte en el viaje.

5 de mayo de 2009

Esta ciudad...



Esta ciudad es un pozo continuo de secretos que día a día se precipitan en sus noches con el ansia voraz de algunos de sus habitantes. Su capacidad transformadora me sigue sorprendiendo después de todos estos años. Y no me refiero a su rostro físico, continuamente desfigurado por la mano de un gobernante sin criterio estético ni humano, sino a la capacidad de sus habitantes para reinventar el espacio que ocupan sus múltiples realidades y sus insospechados anhelos, siempre atravesados por ese margen del sueño suyo, tan especial.

En su velocidad, en su aparente frivolidad, nada parece evidenciarlo, pero sólo es preciso retirar esa primera corteza para que su humanidad, múltiple y compleja, se derrame por barras de bar trasnochadoras, esquinas de calles olvidadas o incluso silenciosos andenes. Cualquier lugar es idóneo para enterrar palabras en el aire espeso de sus madrugadas. Y con el inicio de las noches tibias, algo parece desnudar aún más su limpia oscuridad, algo así como el agudo presentimiento de sus iconos privados, a la vez dulces e intransferibles.

Ayer, mientras volvía a casa en taxi, a toda velocidad, sentía el escalofrío de todos esos innumerables viajes insospechados con los que he ido trazado poco a poco mis secretas redes sobre su asfalto. Son trayectos, cada uno desde su minúscula historia de una noche, que han ido tejiendo lentamente el lazo intenso que me une esta ciudad increíble. También están los otros, cosidos a base de pequeños pasos sobre sus aceras llenas de sorpresas y ocultas inmensidades. O incluso aquellos otros subterráneos, como el que trazabas tú al mismo tiempo que yo, como si se tratara de un túnel invisible en este nuevo sueño que se mueve en secreto por las últimas madrugadas de nuestra inevitable amada: Madrid. De nuevo, esta ciudad, que no cesa de tejer sus propios e inconfundibles mapas.


Sonate K.27 Domenico Scarlatti - Pierre Hantaï