6 de febrero de 2010

Funambulistas.


Pasó mucho tiempo antes de que me diera cuenta. Al principio, pensaba que muchas de esas personas amables, empáticas, cariñosas –sí, esas que en una primera impresión parecen estar llenas de vida- podían ser especiales, diferentes… como si brillaran más que el resto. Después he ido sabiendo que no, que detrás de eso puede esconderse el hastío vital, el conformismo, la velada normalidad. Con los años, mi mirada se ha vuelto incisiva, absurdamente clarividente, jodidamente lúcida…
Por una parte, he perdido parte de esa capacidad para la ilusión que a veces supone asomarse al universo de alguien. Por otra, mi sentido para ir más allá de la simple especialidad se ha vuelto certero. Tanto, que a veces resulta demoledor. Cuando descubres que sabes detectar lo extraordinario la vida se estrecha mucho, casi te asfixia. Pero aunque pequeña, y casi en extinción, existe una especie de personas entregadas a la existencia, empeñadas en luchar contra el sinsentido, dispuestas a buscar lo que se esconde detrás de nosotros, detrás del simple hecho de vivir. Personas inconformistas, intensas para la tristeza y para la alegría, vitales, oscuras, indefinibles… Antes pensaba que la inteligencia o la sensibilidad provocaban eso. Ahora sé que se trata de una voluntad. Una voluntad que nace, y que se elige como forma de vida. Una simple voluntad. Eso sí, que te condena a caminar en el filo de una continua frustración.
Caminamos en nuestros laberintos, nos cruzamos a diario, pero nuestros disfraces nos ciegan. De repente un día, cansado de nadar contracorriente de la desidia, de la sensación de que el mundo se ha terminado hace tiempo ya… encontramos que detrás del hueco negro de la máscara, algo brilla. Y el mundo se nos hincha, se nos escapa de las manos, nos hace darnos cuenta de que, de nuevo, merecía la pena ese funambulismo suicida al que nos entregamos.

5 comentarios:

shokaku dijo...

De lo mejor que he leído, solo me sobra una palabra.

Javier dijo...

Sencillamente nos hacemos mayores.

オテモヤン dijo...
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sergio dijo...

qué bonito...

mikgel dijo...

Mi mirada hacia el otro es siempre más cautelosa, más distante, menos fulgurantemente apasionada. Pero aún así entiendo algunas de las cosas que dices.