26 de septiembre de 2006

Visiones de la seducción.

LA CONTESSA:Canzonetta sull'aria...
SUSANNA:(scrivendo)sull'aria...
LA CONTESSA:(dettando)Che soave zeffiretto
SUSANNA:zeffiretto...
LA CONTESSA:Questa sera spirerà,
SUSANNA:Questa sera spirerà...
LA CONTESSA:Sotto i pini del boschetto,
SUSANNA:(domandando)Sotto i pini...
LA CONTESSA:Sotto i pini del boschetto,
SUSANNA:(scrivendo)Sotto i pini...del boschetto...
LA CONTESSA:Ei gi il resto capirà.
SUSANNA:Certo certo il capirà.


Cancioncilla en tonada: (en tonada)... [para escribirla sobre una nota] Qué suave brisa (brisa), que soplará esta tarde (que soplará esta tarde), bajo los pinos del bosquecillo (¿bajo los pinos?) bajo los pinos del bosquecillo... Y ya el resto, lo entenderá (seguro, lo entenderá)


Fragmento de "Las Bodas de Fígaro", de W.A. Mozart

Es una de las melodías más bellas de toda la historia de la ópera. De esas que nos hacen penetrar en las notas y vibrar con ellas. De esas que nos hacen despegar de la tierra y, por unos instantes, volar. De las que hacen que la Ópera sea algo emocionante, aunque difícil de explicar a la vez. El genio de Mozart nos brindó muchos de estos momentos, aunque sin duda éste es de los más conseguidos. La bodas de Fígaro no deja de ser una ópera buffa, es decir, cómica. Y el fragmento que transcribo es un nudo más de esta comedia de enredos. Tenemos un Conde que quiere ejercer el antiguo derecho de pernada sobre su criada, en un siglo de las luces donde el mundo ya debería haber superado algo así. Y tenemos a una Condesa desesperada porque su marido no le hace caso, porque no le dedica ya, después de años juntos, atención ni cuidados... Así que deciden darle un poco la vuelta a la situación para evitar el problema y para dar un escarmiento al Conde. Y pasan a escribirle una nota para citarlo en el jardín, supuestamente con la criada (Susana) pero en realidad será la Condesa disfrazada de criada la que acudirá, porque van a intercambiar sus vestidos. El texto que reproduzco describe el momento en el que escriben la nota, en un gesto de complicidad que las acerca a una relación que traspasa los límites de la convención entre amo y sirviente. En ese gesto revolucionario del texto original de Beaumarchais adaptado por Lorenzo Da Ponte, los sirvientes están situados en un destacado lugar del argumento y se les da vida, inteligencia, sentimientos y razones para brillar tanto como los personajes aristocráticos, en un sutil desafío al sistema establecido que comporta una inteligente crítica al sistema de clases. En resumen, toda una brillante provocación. Mozart envuelve ese texto de una música que contribuye a acentuar muchas de estas características, pero que puede ser interpretado de diferentes maneras.

Partiendo de que cualquier intento de hermenéutica en la música es vano, porque la esencia misma de las notas y las melodías no tiene en realidad ningún simbolismo común que vaya más allá del básico modo mayor: alegría/modo menor: tristeza, sí es verdad que el universo de cada compositor puede crear modos, acordes, tonalidades, leif-motifs que pueden, en ciertos contextos, conformar personalidades, caracteres y estados de ánimo.
Mozart, en su aparente sencillez, nos parece un músico directo y espontáneo, pero su música tiene una compleja estructura que responde a su capacidad absolutamente genial para transmitirnos las emociones básicas universales del ser humano. Sus obras, además, recogen tantos imperceptibles matices, que permiten interpretaciones muy diversas, dependiendo de dónde queramos poner el acento a la hora de traducir sus partituras.

Para ilustrarlo, les voy a dejar un par de ejemplos de este maravilloso dueto de sus Bodas de Fígaro. En el primero, la lectura fresca y tendente al rigor histórico del director británico John Elliot Gardiner, nos deja una versión espontánea, dinámica, centrada más en el tono cómico de la escena, en la deliciosa recreación de esa estrategia femenina para la seducción. La complicidad de la Condesa y Susana es destacada por la agilidad del tempo, y esas marcadas notas en los instrumentos de viento que dotan al fragmento de un ritmo y un brío que conecta eficazmente con el tono cómico que intenta transmitir. Así, las cantantes (Allison Hagley y Hillevi Martinpelto) que poseen ambas unas voces limpias y delicadas, se deleitan en las notas de la partitura, parece que jueguen con ellas, se sonríen, disfrutan, como en una metáfora de ese juego que están inventando, esa cita que les desata el placer de intercambiar sus personas, sus roles, sus hombres, por un instante.


La versión se Gardiner es ante todo musical, pero quizá se detiene en el lado más frívolo (bien entendido), más físico, de esta visión de la escena. Porque detrás de ese travestimiento de los personajes, de ese placer de cambiar y seducir al otro, no hay que olvidar que la Condesa, a quien va a seducir es a su propio marido, el mismo del que piensa que ha perdido su amor por ella y del que intuye que volverá a mirarla con deseo, precísamente porque la va a confundir con otra. Sus anhelos transmiten también en esta deliciosa música, ese temblar del alma que fantasea con esa posibilidad de que el Conde, quien parece haberse aburrido de ella, la seduzca de nuevo. Ese deseo humano, universal de la necesidad del amor y de la carne. Y las notas que Mozart escribió para estas palabras reflejan también ese sentimiento brutal de la necesidad del otro, de encontrar un reflejo de nuestra propia existencia en la carne de otra persona que nos ama, de buscar razones para existir y para definirnos a nosotros mismos.

El húngaro Georg Solti, nos plantea en esta épica versión de 1980 en París, una visión más grandiosa del mensaje de Mozart. A través de un tiempo más pausado y una orquesta más compacta, nos reproduce un sonido más fusionado y suave, y de alguna forma, más sofisticado. Elige unas solistas adecuadas para esa misión. Gundula Janowitz como una Condesa, heredera de la tradición de la (recientemente) desaparecida Elisabeth Schwarzkopf, que posee una voz inigualablemente pura, sin vibración alguna, casi diamantina en los agudos, y con una capacidad dramática que potencia por un lado el carácter aristocrático de su personaje, y que nos eleva literalmente cuando deja fluir la melodía por la garganta, casi como lanzandonos a un espacio cósmico, desterrándonos de los sentidos y transmitiéndonos una extraña belleza que se nos agarra a todos con su mensaje lleno de anhelo y necesidad. Susana es una impecable Lucia Popp que también posee una voz cristalina a la vez que contundente y profunda, capaz de llenarnos con esa sutil recreación del placer de una criada inteligente y felina, que parece ser la única que es capaz de ver la historia con perspectiva pero juega desplegando su deseo en este engranaje que ambas inventan. La fusión de estas dos sopranos tiene un timbre de los más hermosos que se pueden escuchar... Disfrutadla también.

Y elegid la que más os guste. Las dos versiones de la ópera están casi enteras en Youtube de manera fragmentada. Ninguna es mejor ni peor, cada una tiene sus hallazgos y sus debilidades, pero las dos tienen carácter suficiente y son una muestra de que la ópera puede vivir y revivir, al igual que el teatro, cada vez que la misma historia se representa en un escenario. Porque cada vez es un mundo diferente el que vemos, una mirada diferente la que nos lo muestra y la que lo percibe. Un nuevo matiz, un nuevo color... siendo sin embargo el mismo sutrato el que permanece... el del indescriptible secreto de la existencia.

9 comentarios:

Pedro-Abeja dijo...

Gracias, de verdad. Me ha encantado este post por una razón muy especial.

Escuché esta aria (esta o este?)de Mozart por primera vez hace muchos muchos años en un cd que no recuerdo ya cómo llegó a mis manos; y me dejó prendado. Luego volví a encontrarme con el tema en un cd de Monserrat Caballé y, en fin, lo he escuchado desde hace mucho tiempo pero nunca había sabido que perteneciera a Las bodas de Fígaro. Cuando he empezado a leer el post he reconocido (aunque parezca increíble) la letra y he dicho: anda! Así que es esto!

Por eso, gracias. Me han dado unas ganas locas de ir a la ópera.

Un besote.

Alfredo dijo...

Preciosas las dos versiones (que no conocía, soy un total ignorante). Me quedo con la de Solti-Gundula-Lucía. Y muy atinados tus comentarios.

Javier dijo...

Me siento un ignorante, así que no dejo comentario, ¿Qué podría comentar? humildemente, nada.

senses and nonsenses dijo...

bon voyage!
un beso.

NaT dijo...

ayy que raro esta esto... no se si mi comentario saldrá. Claro que tampoco voy a decir mucho, yo como pe-jota, una ignorante de la música clasica... ya sabes lo que me gusta ;)

Aunque... no es peor que la dama escondida tras la fachada de la criada reciba las atenciones de un amrido que "pasa" de ella ¿crees que eso la hara sentirse mejor? ¿o será más desgraciadacuando a pesar de recibir sus atenciones se de cuenta de que no son para ella?
Claro que como no sé el final...

Besillos, con atención... siempre! :P

Anónimo dijo...

jejeje me encantó nen, muy buen gusto. ;-)

Javier Herce dijo...

Yo también soy un ignorante de la música clásica. Leyendo esta clase de posts me doy cuenta de lo poco que en realidad sé.

Vulcano Lover dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios... Ya sé que éste era un post más plomizo de lo normal, pero ya sabéis cuánto me gusta a mí hablar también de estas cosas.
En realidad la versión que yo tenía en mente como la más intensa no está en vídeo. Es una grabación para la DG del director karl Bohm, en el que las dos sopranos son Gundula Janowitz y Edit Mathis... creo que precísamente era esa la que usaban cuando ponían este fragmento en la película cadena perpetua, os acordáis???? Bueno, pues esa es realmente mi versión. Quizá la más soñadora de todas, la más lenta, aquella en el que el eco de los anhelos es más ingrávido, más etéreo... pero es que esas dos voces al unísono lo llevan a uno directamente al cielo...
Besos (muchos) a todos y a todas.

NaT dijo...

Sólo vengo a dejarte un beso nocturno, confiando en que hayas regresado sano y salvo a casa.

Muacksssssss