8 de febrero de 2008
Schubert, Cádiz, y la Felicidad
La música nos ha acompañado desde el principio, aunque a veces haya sido mi pequeña invasión en tu vida. Un mundo que hasta entonces era sólo mi mundo, pero que entraste a compartir desde el principio. Sólo desde la voluntad de querer y comprender a alguien se puede llegar a sus mundos personales, para compartirlos, para mirarlos y mimarlos, para transformarlos.
Siempre nos quedamos con las músicas más sencillas, que suelen ser las más auténticas, como esta pieza de Schubert que escuchábamos con las ventanillas del coche abiertas mientras los pinares de Roche nos escondían del mundo camino a aquellas playas blancas de Conil, en un Sur de pascua temprana como lo fue también la de aquel año que nos conocimos. Acabábamos de empezar, y ya sentíamos que para nosotros la felicidad había cambiado de espejo para siempre. Las noches frías en aquella camita estrecha, y la luz blanca y cegadora de las playas de Bolonia o Zahara que nos vieron sonreír con envidia aquellas mañanas inolvidables.
Esta de Schubert es para nosotros (siempre lo fue) una música de fondo con la que seguir abarcando instantes inolvidables, en el infinito o en el borde del colchón. Y Schubert, que es ya demasiado nuestro, demasiado difícil de compartir con nadie, y que en su honda humanidad, en su belleza pura y rotunda, nos regala el camino, la melodía, y la banda sonora de este viaje que comienza cada mañana, y que cada noche se detiene en el sueño, con ese beso infinitamente pequeño e inimitable que me das dormido cuando llego a la cama. Se detiene y sigue, sorteando tantas y tantas cosas, pero sumando y sumando también. Sumando mundos, miradas, intimidades, futuros, palabras y vida, toda la vida que reinventamos para nosotros y con la que me siento cada día más en el mundo, más consciente de mí, de nosotros, de nuestro pequeño gran universo. Ese en el que después de estos 6 años, seguimos sintiendo que abrir las ventanillas del coche y escuchar a Schubert juntos es lo que más se parece a la felicidad absoluta.
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18 comentarios:
Yo tambien he sentido momentos de gran intensidad con Schubert de acompañamiento, inevitablemente lo tengo unido a esas experiencias inolvidable.
Que bien sabes contar algo en pocas palabras, sencillamentye, perfecto.
Un saludo
ayer de madrugada dejé un comentario dos veces
pero los hados bloggerianos no quisieron que fuera posible
te escribía emocionado mientras la casualidad hacía que bajo mi ventana una tuna cantase -tu cara morena, mujer-
emocionado
como cada vez que el reflejo del espejo de una relación mueve esas fibras que aún ningún cirujano ha conseguido encontrar
te agradecía que compartieses la intimidad
ese tipo de intimidad que me provoca por más veces que vea péliculas como pena de muerte o la vida secreta de las palabras una voz interior que pregunta si molesto en medio de escenas de terrible belleza
hay algo mejor que la intimdad?
mejor que la desnudez con o sin ropa?
mejor que la comunicación con o sin caricias?
la pregunta no es que haríamos nosotros sin música
sino
que haría la música sin nuestras vidas
Un homenaje sencillo, directo, de los que se agarran porque ponen voz a esa porción de lo evidente que no nos atrevemos a decir por una estúpida vergüenza, por un orgullo mal entendido, por miedo a quedar indefensos al entregarnos.
Gracias por compartirlo man.
Beso.
Qué cosa más bonita y no sólo porque la banda sonora sea de Schubert y el escenario sea Cádiz, si no porque los dos seáis el elenco de actores de la vida, de vuestra vida y quede aquí plasmado, entre líneas, que la felicidad es esa cosa que se llama vosotros.
Un beso bien grande para ti, para tu otra parte, para tu otro yo.
Yo he dinamitado recientemente mi pequeño gran universo, ahora podría decirse que estoy en pleno "big bang", jeje.
Las "etiquetas" a tu post ya lo dicen todo: aniversario, deseos, felicidad, pasión...
Que bonito.
Un abrazo.
Sí es eso que Sense repite de que somos la suma de las canciones que amamos, aunque a veces son las melodias las que nos recuerdan nuestra capacidad para amar.
Has juntado en este post varias de las cosas que creo que te caracterizan. Para detalles, la intimidad.
Tengo ganas de mar.
Qué punto de emoción he sentido al leer este post.
Que sigas disfrutando. De tí, de él y de Schubert.
que bonito es sentir la felicidad.
la música...la felicidad y los momentos vividos, ahí siempre está ella, para terminar de hacerlos inolvidables y mágicos
Seis años ya?? Enhorabuena!!!
Por cierto, qué bien lo has relatado. Muy en tu línea.
¡¡Muchisimas Felicidades!!
(Y muchas gracias por esas palabritas que has dejado en el blog de Nati)
Un beso enorme para ti, y otro para el.
;-P
Enhorabuena por ese Schubert.
qué cosas que escuchas cuando vais a la playa... ;-)
...pero sólo nos dejas escuchar una pequeña intro de schubert, y así uno no se queda, que contigo estoy aprendiendo mucha música clásica.
un beso
y felicidades...
Muy poca gente descubre en su vida la verdadera felicidad; me alegra saber que tú la has encontrado, de verdad :)
Qué bonito homenaje, como dice Argax, que has realizado con estas palabras y esta melodía, a aquellas playas del sur que os vieron nacer a estos seis años. Enhorabuena.
Un abrazo emocionado
felicidades a ambos!
:')
Preciosos, felices recuerdos.
Muchas felicidades y mucho más Schubert en el futuro!
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