11 de agosto de 2008

Caos Calmo


A veces son las pequeñas películas sin pretensiones las que nos llegan más dentro y las que más consiguen conectar con todas esas inquietudes desordenadas que llevamos y a las que les cuesta definirse en el seno de la vida pragmática y limitada de nuestro día a día. ¿Qué nos importa de verdad? ¿En qué momento nos sentimos más llenos de felicidad? ¿Qué percepción tenemos del tiempo que pasa? ¿Nos importa de verdad toda la vida que se desarrolla a nuestro alrededor, la de quienes queremos? ¿Interactuamos con nuestro entorno o nos limitamos a caminar por la senda que marca nuestra agenda? ¿Nos saltamos nuestras normas de vez en cuando? ¿Qué necesitamos para no sentirnos vacíos?

En un momento dado de nuestra juventud sentimos que todo el caos de la vida comienza a poner en peligro esa necesidad de construir algo sólido que va fructificando con la madurez. Un día, de repente, cae repentinamente sobre nosotros y se convierte en una especie de animal que de manera inconsciente necesitamos domar. Y así lo hacemos, creando una barrera propia entre nuestro camino y el resto del mundo. A partir de ese momento la vida comienza a fluir por un camino vallado en el que las puertas y posibilidades de intercambio con el exterior están siempre controladas. Y podemos caminar por él durante mucho tiempo. A veces, sin embargo, nos rebelamos contra él conscientemente, o simplemente ocurre algo que nos hace salir de él de manera imprevista.

Así ocurre en la última película de Antonello Grimaldi, protagonizada por el gran Nanni Moretti que realiza en esta cinta un grandísimo trabajo de actor. En ella se nos habla de la vida en general de una manera aparentemente leve, pero que obliga al espectador a emprender más reflexiones de las que cabría esperar.

Al protagonista, la tragedia le saca bruscamente de su camino y le arroja a un estado de extrañeza del que no consigue salir. En seguida somos conscientes de que el trazo grueso de la acción camina más por lo simbólico que por lo real, pero hay que reconocer que a pesar de ello, y quizá debido al ritmo pausado pero intenso que el director imprime a la película, la historia no nos hace caer casi nunca en la incredulidad.

La irracionalidad de necesitar tener la vida de su hijita bajo control lleva a Pietro a refugiarse en el microcosmos de la plaza en la que está situada la escuela de la pequeña. En él, la vida revuelta de su trabajo, de sus amigos, de sus familiares, parece diluirse en la rutina de los personajes que pueblan ese espacio. En esa calma de la vida de ese pequeño jardín, todo parece tener más sentido y así la vida de Pietro empieza a ordenarse a la vez que su catarsis personal toma lugar poco a poco sin drama alguno. La película, esbozada así, podría caer sin problemas en el dogmatismo y en la excesiva previsibilidad. Es, sin embargo, todo el universo de personajes que habitan ese espacio, casi mudos testigos apenas trazados en la película - una pena- y el de sus amigos y familia (inmensas y llenas de fuerza escénica Valeria Golino e Isabella Ferrari) que acuden a la plaza para estar con él -a pesar de no estar tampoco demasiado dibujados- los que van dando vida a todo ese microcosmos de la existencia de Pietro y los que con sus pequeños gestos, palabras y acciones van tocando colateralmente asuntos que obligan a reflexionar al espectador.

Al final, a pesar de la indefinición de los personajes secundarios, que redunda en el fracaso de la pretendida coralidad de la película, ésta termina dibujando un fresco de lo que puede ser la vida si nos paramos y miramos con honestidad alrededor, si rompemos esas barreras de nuestro camino y aspiramos el aroma de nuestros horizontes vitales y locales. La película, pese a sus irregularidades y a lo poco logrado de algunos personajes secundarios y de algunos momentos del guión, consigue trasladarnos bien un mensaje profundamente humanista y lleno de sutiles invitaciones a la reflexión, que alcanzan a casi todas esas preguntas que hacía yo al principio. Al salir de la sala seremos conscientes de que lo más profundo y lo más importante tiene siempre su reflejo en las cosas más simples y leves de la vida. Que todo el caos existencial puede ser vivido desde nuestros propios microcosmos de calma, pero que es esencial no perder la capacidad de ser libre y consciente de ello en cada momento. Como siempre, es una cuestión de sinceridad y de voluntad.

12 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

la veré, porque caerá... fijo.
pero aunque no sea muy popular lo que voy a decir... me aburre nanni moretti hasta la extenuación. y como que incrementa según va pasando el tiempo. pero el resto del reparto es muy sugerente (aunque ni una línea, ni el nombre en negrita, ni nada de alessandro gassman, jooo...).

un abrazo.

Elendaewen dijo...

Habrá que verla.

Saludos.

Tomás Ortiz dijo...

Nanni Moretti es buenísimo, yo tengo en la retina su actuación en "La habitación del hijo"; una de las películas que más me han impactado.

La veré en dvd, fijo.

Martini dijo...

me la apunto

Anónimo dijo...

los cambios llegan de repente.

Javier dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

¡Qué bien, hacía tiempo que no te pasabas por mi blog!
Bienvenido de nuevo. Conforme se acerque el otoño irán apareciendo nuevas noticias y eventos interesantísimos.
Salud y Libertinaje

-- dijo...

joe... me apetece verla con sólo leerte..

me la apunto

Anónimo dijo...

Hola, felicidades por tu blog, te espero en el mío, que acabo de crear y espero que te guste. Saludos.

www.unhombrefrentealespejo.blogspot.com

Reggie.

mikgel dijo...

Todavía tengo que verla.

Increíble la altura, la profundidad, la certeza sobrecogedora de las reflexiones que te ha provocado la película e increíble tu capacidad plástica para traérnoslas.

A ratos parece imposible que Nanni Moretti pueda sostener sobre sus hombros, como un atlas, casi en solitario, la dignidad de una cinematografía tan digna como la italiana.

besos.

Argax dijo...

Una razón me ha convencido: se habla de la necesidad de ser libres. Lo olvidamos con demasiada frecuencia.
Esa es mi razón para ir a ver la película. A sentir se ha dicho.

Saludos, abrazos y besos.

Fenjx dijo...

todo el caos existencial
dentro de nuestro microcosmos de calma
Como una bola de nieve sin agitar
En reposo
Está ahí
Pero al dejar de tocarlo acaba formando parte de nuestro paisaje
Hasta que algo o alguien o un terremoto interior
Lo agita

Abrazo