1 de agosto de 2009

Curiosidad que salva...

Me veo en las fotos recientes en Grecia y me doy cuenta de la energía que me ha dado este viaje, de cómo el ansia de descubrir, la necesidad de saber, de ver, de percibir, de experimentar, me han renovado por completo. Consciente de que esta necesidad es una clave de mi forma de estar en el mundo y de mi búsqueda de la felicidad. Un impulso por saber, por imaginar, por entender cada lugar del mundo, para verlo en perspectiva, para imaginar y considerar su pasado.

En Creta la destrucción de patrimonio artístico e histórico, fruto de sus continuos cambios de dominación y de los intensos bombardeos de la segunda guerra mundial dejan poco que imaginar más allá de las ruinas de la antigüedad, pequeñas iglesias, monasterios o mezquitas aisladas. Pero también así queda más espacio para la imaginación que en otros lugares. Uno tiene menos ocasiones para deslumbrarse de belleza artística, en una isla llena de ciudades feas y destartaladas. Sin embargo, en este viaje he visto nacer un increíble asombro por la naturaleza y la intensa belleza paisajística de Creta. Montañas inmensas, mesetas fértiles, valles frondosos, olivos infinitos y milenarios sobre colinas que se pliegan dramáticamente hasta donde alcanza la vista, gargantas pronunciadas, rincones casi imposibles, golfos de azul perfecto, costas imposibles de caprichosas formas, montañas que se precipitan en mares inimaginables, visiones sin límites… Como si de un inmenso continente se tratara, Creta se alza estrecha y alargada, pero llena de infinitos lugares esparcidos por los increíbles rincones de su orografía excesiva. Uno se imagina que esa abundancia provocase la imaginación telúrica que dio lugar a la mitología clásica, que en muchos de sus rincones ubicó pasajes de sus historias imposibles de dioses y semidioses. Y en eso andaba pensando mientras la atravesaba, mientras la observaba, mientras, de alguna forma, la poseía.

Y es que la curiosidad me salva. Me salva de la oscuridad, de la limitación, de la tristeza, de la mediocridad… Me alegro de verme aún así, siempre atento al mundo, siempre ansioso por más. Espero poder seguir haciéndolo con la misma pasión que hasta ahora.







En breve, comenzaré a escribir la crónica en mi otro blog.

7 comentarios:

Tessitore di Sogno dijo...

Vulcano viajero, vulcano soñador!

Ya extrañaba tus textos!

Javier dijo...

Qué seriamos sin curiosidad ?, nada, sólo el afán de saber y conocer es el que nos impulsa, nos da fuerza a la vez que constituye un reto ya que cada nuevo descubrimiento, cada nueva sensación nos lleva a buscar nuevas experiencias y a despertarnos nuevas curiosidades.

Carlitos Sublime dijo...

Lo describes con mucho acierto. La curiosidad mataría al gato, pero a mí me da la vida. Esa necesidad de ver, de leer, de aprender... de crecer, en definitiva, es desde mi punto de vista el gran sentido de la vida. A veces, cuando me vengo abajo, pienso en ello... y por nada del mundo estoy dispuesto a renunciar a ese tesoro que también comparto contigo.

Un fuerte abrazo desde aquí arriba, donde descubro cosas a cada instante.

Anónimo dijo...

qué necesario y qué bueno es tener vías de escape.

Anónimo dijo...

La curiosidad siempre nos da algo.

Besitos de miel.

senses and nonsenses dijo...

el día que perdamos la curiosidad estaremos un poco más viejos, un poco más muertos...

un abrazo.

Argax dijo...

La naturaleza inspiradora. Redescubrirla es acercarse a la felicidad.
Y de la curiosidad, pues que te voy a decir yo a ti de la curiosidad...
Besos