18 de octubre de 2009

Casualidad desde el aire

Cada vez que volaba buscaba insistentemente un coche solitario recorriendo una carretera. Desde cierta altura de vuelo los vehículos eran como pequeñas moléculas, como puntitos, casi no parecían tener nada que ver con algo humano. Le gustaba seguir al elegido un rato, hasta que se perdía de vista. Seguirlo e imaginar la vida de sus ocupantes; mejor dicho, de su ocupante, pues siempre que lo hacía imaginaba a un hombre solo o a una mujer sola al volante. Le gustaba también reconstruir el paisaje que se vería desde el asiento del conductor: la luz del sol, las montañas, los árboles, e incluso el mismo avión en el que él viajaba, también, como un puntito sobre el cielo.

Imaginaba también que el conductor pensaría lo mismo al ver la aeronave y su pequeña estela. Pensaría que allá dentro, tan diminuto como parecía aquel puntito metálico, llevaría personas en su interior. Cada una con su vida y con sus problemas. Pero que alguna de ellas, por casualidad tal vez, estaría mirando hacia él, atravesando la carretera. Pensarían ambos, quien sabe si al mismo tiempo, en las probabilidades de llegar a conocerse sin proponérselo, sólo porque la vida les llevara a ello. Si tal suceso ocurría, era improbable que ninguno supiera que aquel instante previo había tenido lugar. Es más, era imposible que llegaran a averiguarlo.

Todo aquello le gustaba imaginar a Pedro. Fantaseaba que le había ocurrido con Laura. Con ella, desde el principio, siempre habían funcionado las casualidades. Sin provocarlas, ocurrían, una vez tras otra, de manera natural. Pero nunca le comentó aquel pensamiento que tenía, sin embargo, insistentemente. En el fondo, él nunca había volado en avión.

9 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

y este Pedro, que me suena mucho...
no siempre sabemos, pero para conocer a alguien se tienen que dar necesariamente una serie de casualidades.

un abrazo.

Alberto dijo...

Muy buenas. De casualidad (jejjejejeje) llego a tu blog y me decido a dejarte un comentario de visita.
Me ha gustado mucho este relato, muy oportuno y lleno de posibilidades.
Si te apetece, puedes darte una vuelta (no desde el aire, o tal vez sí) por tiflohomero.
Feliz día y mejor semana.
Un abrazo.

Carlitos Sublime dijo...

De puntos de vista y contradicciones va el microrrelato, ¿no? De la complejidad de la vida y de cómo canalizamos nuestros sentimientos y vivencias más por donde nos apetece que por donde fluirían con naturalidad. ¿Y eso es bueno o es malo? ¿Es engañarse a uno mismo o la sal de la vida? Ufff... la actitud de Pedro me resulta muy familiar...

Besos

Tessitore di Sogno dijo...

Buddy, estas historias tuyas me dejan siempre queriendo más, con la pena de no tener una novela tuya en mis manos.

Antes me hacía esas preguntas existenciales pero cada vez es menos.

Baci.

TUT dijo...

Casualidad, a menudo dudo de que exista y sea sí siempre, quizás, a veces, los astros, el universo entero, confabulen para que se de esa secuencia en ese instante. Ante la duda, ya ves, prefiero el misterio.

Saludos.

Javier dijo...

La vida siempre es una sucesión de casualidades, al menos en lo relativo a las cosas realmente importantes, aunque hoy en día, o mejor dicho, en estos últimos años lo superfluo ha pasado a primer plano, por eso la gente ha dejado de soñar e imaginar, no desean dejar nada al azar y se han olvidado de vivir.

Luís Galego dijo...

as causalidades fazem da vida o que esta tem de melhor e de pior...Interessante texto...

Argax dijo...

Pedro con su vocación reprimida de piloto y Laura una especie de reina de la casualidad. Los veo a los dos tan lejos uno del otro. Como el coche y el avión.

Un besazo titi, un bezazo...

mikgel dijo...

O el juego contrario. Conocer a alguien que durante años fue a la misma panadería que tú, al mismo supermercado, al mismo kiosko de prensa y a quien ves por primera vez -sin recordar que seguramente lo has visto antes- ahora que vive tan lejos de ti.

jejejeje