26 de diciembre de 2009

El enigma.

Hace unos días, atravesando las montañas de Córdoba en el tren, camino de casa, quedé sobrecogido por el agua que bajaba torrencialmente por todas las laderas. La cantidad excesiva de lluvia caída en los últimos días no había dejado que la tierra la pudiese asimilar, y torrentes tumultuosos bajaban amenazadores por cualquier pliegue del terreno. Era como si el agua brotase de la misma montaña y, enfurecido, iniciase una carrera en la que la velocidad y la potencia no hiciesen más que aumentar, sin saber hasta dónde. Se me quedó grabada la imagen, algo inquietante, en la retina. Como tantas otras cosas que se quedan prendidas, quién sabe por qué, en la memoria sensorial. Al igual que aquella música que surgió una noche de invierno, fulminante, hace demasiados años ya. Fue una mirada en aquella ocasión, ya no es importante por qué fue ni a causa de quién. Lo importante era la música. Aquellas notas hipnóticas que aún no he sabido descifrar, pero que sé que llegan al final de mí mismo, al centro de mí, a todo lo que soy aún sin saber, a todo lo que temo, a todo lo que deseo y, sin embargo, escondo. Aquella música vuelve de vez en cuando, acompañada de alguien o, simplemente, en un momento de soledad. Sigo sin entenderla, a pesar de sentirla casi mía, a pesar de no poder evitar escucharla una y otra vez, como un mantra, cada vez que cae sobre mí. Como lo harán los torrentes embarrados y salvajes, como lo hará aquel olor o aquella mañana de luz. Sólo que, con estas notas, sólo con ellas, sé que llego al inicio de todo, al núcleo, al nudo mismo del enigma que soy yo, y que temo atravesar, de una vez por todas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué intensos estamos, esto tiene que hacer pupa a largo plazo, ¿no?

Vulcano Lover dijo...

O sanarte del todo, no sé...

Javier dijo...

Noto una cierta melancolía en tus palabras, melancolía que a veces se apodera de nosotros, no sabemos bien el motivo, tampoco creo que nos importe demasiado ya que sabemos que forma parte de nosotros.

mikgel dijo...

Es que tu vida es un torrente, tú eres un torrente, hijo de una lluvia fecunda y excesiva...

NaT dijo...

A mi me pasó lo mismo el sábado cuando venía hacia Jaén al pasar con el tren por Despeñaperros y ver los torrentes embarrados que bajaban por las laderas llevándose todo a su paso.
¿Será que a veces el agua no sólo limpia??
Besos de navidad, espero que estéis disfrutando de estos días