19 de enero de 2010

La dolce fiamma



Sin duda uno de los mejores recitales del 2009. El nuevo trabajo del contratenor francés Philippe Jaroussky, acompañado del conjunto Le Cercle de l’Harmonie de Jérémie Rhorer, es un disco indispensable para todo aquel que guste de la ópera con mayúsculas, especialmente recomendado para los amantes del siglo XVIII musical.

Como siempre, Jaroussky es un cantante que levanta pasiones y rechazos con la misma vehemencia. En mi opinión, éstos últimos parten casi siempre de aquellos a los que no termina de convencer la voz de contratenor. En su registro, sin embargo, Jaroussky es un cantante de impecable técnica, y que nunca defrauda en su capacidad dramática y expresiva. Siente la música, y eso se ve cuando le escuchamos cantar en directo (por cierto, que tendremos ocasión de hacerlo próximamente en Madrid, pues participa en el reparto de la próxima producción de L’incoronazione di Poppea de Monteverdi que traerá al Teatro Real de Madrid William Christie y Les Arts Florissants, cerrando el ciclo de óperas del compositor italiano que vienen representando en estos años en el escenario madrileño).

Pero en el caso de esta última grabación, hay más razones de peso para hacerse con el CD, ya que el programa está dedicado a recuperar parte del impresionante legado operístico de uno de los músicos más brillantes del siglo XVIII, Johann Christian Bach, hijo menor de Johann Sebastian, aunque siempre eclipsado por él y por sus hermanos mayores. Sin embargo, estamos ante uno de los compositores más apasionantes de todo el siglo de las luces, a camino entre el barroco y el clasicismo, y con una inspiración musical extraordinaria. El recorrido que Jaroussky hace, casi cronológico, por algunas de las mejores arias de sus óperas, se convierte en un viaje apasionante en el que somos conscientes del rico universo musical de Johann Christian Bach, de su sensibilidad extrema para la orquestación, de su depuración, equilibrio y esmerada inspiración melódica. Bach siguió un poco de manera casual la misma historia que Handel, formándose en Alemania pero con un viaje y estancia en Italia que le marca para siempre y le introduce en el mundo de la “dramma per musica” del que ya no escaparía jamás. Como el músico de Halle, Bach también terminó emigrando a Londres y haciéndose célebre en sus teatros con sus óperas italianas. Las arias que encontramos en el compacto, expresivas y brillantes, escritas para castrato, nos sitúan en un mágico momento de transición entre la coloratura barroca y la elegancia y sofisticación del clasicismo. Son, en definitiva, como un caramelo en la boca que no se cansa uno de saborearlo una y otra vez. El pobre Bach terminó sus días en una oscura decadencia provocada por la pérdida de interés del público por el “dramma per musica” (que él no abandonó jamás). Desapareció por tanto antes de haberse podido adaptar a la nueva corriente clasicista que se imponía. Por eso cayó en un olvido desmerecido del que es necesario sacarle. En su día, no obstante, fue conocidísimo y admirado en toda Europa. El propio Mozart lo consideraba uno de los más grandes, y de alguna forma se vio influenciado por él, lo cual nos resulta evidente cuando escuchamos este compacto.
En definitiva, un disco obligatorio y necesario, interpretado además con gran talento y entrega.


La Dolce Fiamma.

Cara, la dolce fiamma
dell’alma mia tu sei;

e negli affetti miei

constante ognor sarò


Serena il tuo bel core;

il lungo suo rigore

il fato già cangiò.




Hay músicas para quedarse a vivir en ellas, para no querer salir nunca, como un refugio a salvo de todo lo que no queremos. En una de las sorpresas discográficas del año que acaba de terminar llega este nuevo refugio, que lo está siendo en las últimas semanas. Refugio y paraíso de lo que pasa sin que nadie lo perciba, sin que el resto del mundo entre a ver qué sucede, girando y girando como siempre, y yo también girando, y haciendo como si fuera yo en el mundo, como siempre, caminando, sonriendo, hablando como si detrás de los párpados todo fuese como desde fuera se percibe. Y yo, sin embargo, dentro, en el torrente de neuronas y de sangre que me conforma, no hago más que nadar en estas notas, para salvarme de la mediocridad, para salvarme del gris y de la inmundicia, sólo borradas brevemente cuando, de repente, detrás de tu retina, veo la luz.

4 comentarios:

Gus Planet dijo...

¡Hay Vulcano como estamos con la cultura francesa!

Me parece que de chico te faltó más pelotero y menos clases de piano! JAJAJAJA eso me decían a mí que estudié piano durante 20 años, hasta que un accidente de esquí terminó con mi carrera ... pero esa, te la contaré personalmente!

¡Gracias amigo por compartir tanto arte!

TUT dijo...

´Sensacional este Jaroussky, no podía ser menos si lo recomientas tú. La donde fiamma, otro más a la lista ¡ me vas a arruinar !, ja,ja.
¿ Nadar tú para mantenerte a flote de lo gris y mediocre ?, deja de hacerlo, tu eres insumergible en ello ¿ aún no lo sabes ?, además si tienes unas retinas donde ver la luz.....

Un abrazo

Javier dijo...

Esto sí que es bueno, no es por nada pero acabo de girar un pedido al Fnac, y este trabajo está incluido, crees que debería comenzar a preocuparme ?, jajajajajajaja

Sinceramente adora a Bach, y cuando descubrí el trabajo de su hijo me quedé enganchado.

Anónimo dijo...

Hola, yo sólo sé que con la interpretación de PJ me siento un ángel. Viva las almas que nos hacen volar.
Mystilar.