Una de las cosas que más me llaman la atención de la música (aunque en realidad también se podría aplicar a la poesía o a la narrativa) es comprobar cómo después de miles de años el argumento para la música no ha cambiado apenas. Seguimos preocupándonos casi por lo mismo. Vibrando, soñando, llorando a causa de las mismas cosas. Y es con ese pensamiento que siempre me he interesado por las músicas más antiguas que existen. De entre ellas siempre me ha llamado poderosamente la atención el Cancionero Judío Sefardí. Una música que nació en esta tierra que pisamos ahora, y que surgió seguramente al calor de los mismos atardeceres, del mismo viento soplando en los mismos valles, de las mismas piedras que hoy nos rodean.
Los sefarditas se llevaron las palabras y las notas con ellos al marcharse. En su éxodo, junto con el lenguaje, también se llevaron y transmitieron las melodías, en un patrimonio de belleza intangible como pocos en la historia de la humanidad. Hay que acercarse a ellas desde la humildad y la apertura, teniendo en cuenta que pertenecen a otra época, pero que hablan de todo lo universal que hay en nosotros, y que de ellas brotan las mismas preguntas que galopan por nuestra inquietud. Lo hacen con una tristeza inmensa, como veleros de melancolía que surcan la sangre hacia el interior de nosotros, impulsándose con el inmenso gozo de la música, que aunque exprese dolor es ya liberación en sí misma. Y nos hablan de cosas que entendemos, de cosas que atravesamos día a día.
“Tu madre kuando te pario
I te kito al mundo
Korason ella no te dio
Para amar segundo”
Las dudas, el desamor, la necesidad de creer en algo, la pérdida, la esperanza y el vacío, la inexplicable existencia, la fuerza infinita del amor, la inevitable oscuridad del alma...
“Una ora en la ventana
Ora i media al balkon
La kulebra de tu ermana
Ah, no mos desha, Ah, no mos desha
Azer el amor
(...)
Yo la kero, tu la keres
Ya mos vamos a matar
Ven djugaremos a los dados
El ke la gana, el ke la gana
Su mazal
(...)
Ke komio la tu mama
En preniada de ti
Te kito morena y dulse
Amasada
Amasada kon la miel”
Para ello usan palabras bellas, que tardan más en llegarnos que las contemporáneas, las que fueron pronunciadas por los que viven exactamente como nosotros, pero que son igualmente una imagen de esas aristas del hombre, de sus grietas, de sus quiebros, de las interminables búsquedas...
“Komo la roza en la güerta
I las flores sin abrir
Ansi ez una donzea
A las oras de murir”
Ese inmensamente rico legado ha sobrevivido en el éxodo centenario de los judíos de Sefarad por el mundo, transmitiéndose de hogar en hogar, de generación en generación. Una tradición musical sin acompañamiento musical que sigue sin dejar indiferente a muchos. A mí entre ellos. Siempre me han interesado mucho estas melodías y estas palabras. Con ellas leo que lleva experimentando un tiempo la cantante Israelí Yasmin Levy, de la que me han regalado estas navidades su último trabajo, mano suave.
El resultado es sorprendente, por su equilibrio entre tradición, folclore y puesta al día, y nos deja también ver algunas composiciones suyas que si bien desentonan a veces un poco con el resto, se escuchan bien. Llevo un par de días nadando con ella por la ciudad, y es como si la música me llevara, como si necesitara huir porque de repente todas las historias que suceden dentro y fuera de mi se contagiasen de su ritmo y galopasen alrededor mío, atravesándome y susurrándome esa pena que nunca se borra, que nunca se calla, porque silva por entre las ramas y las piedras. Y aún predicando hacer frente a la vida, también me parece que caigo en ese vacío de sus palabras sinuosas gritando “irme kero madre, a Yerushalim..., komer de sus frutos, bever de sus aguas... en el me arrimo yo... i en el m’afalago yo... i en el senior de todo el mundo... i lo estan fraguando kon piedras presiozas... i lo estan lavorando kon piedras presiozas...”
12 comentarios:
Todos los sonidos que nos son diferentes, nos suelen atraer de alguna manera. Luego te gustan más o menos.
Y sí, es ley de vida y resultado de la humanidad que nos preocupensiempre las mismas cosas y los mismos sentimientos. Lo que se nos pega en el corazón, lo que nos arranca el alma. Qué sería de nuestra vida sin esas canciones que en tantas ocasiones dicen lo que nosotros no sabemos.
Besos volcánicos.
Al final otro finde sin vernos y ya van... ya he perdido la cuenta.
Miro, escucho y aprendo. Porque la curiosidad no mató al gato, lo convirtió en tigre.
Voz algo gritona y desnuda u una caja sonando de fondo.
Beso.
Con tan apasionada presentación es imposible no sentir como mínimo curiosidad por escuchar esa música.
...efectivamente, nunca me he ido del todo, de alguna forma u otra he seguido aqui. O allí.
Sabes que no soy muy de música, pero algo de música sefardita sí que he escuchado porque me apasiona la aventura de los hijos de Sefarad, la aventura externa y la interna porque yo también desciendo de conversos.
Lo que tiene el arte es justamente eso: reinventarse cientos de veces partiendo siempre de los mismos temas...Investigaré a esta cantante que recomiendas pues el cancionero sefardí es tan, tan bonito que el disco debe ser una maravilla.
Un abrazo musical
qué interesante suena. la cultura sefardí me parece muy interesante, lamentablemente se está perdiendo.
pd: los sentimientos y la búsqueda del ser humano no ha cambiado, y probablemente no lo hará.
pues no puedo oirla... (me sale una cosa rarísima, con el mensaje de not found)
lo intentaré en otra ocasión.
un abrazo.
Los sefardim no tuvieron shoá pero comparten el mismo tono de tristeza que en kletzmer.
Una de mis canciones favoritas en ladino -
Madre: Una matica de ruda,
una matica de flor:
hija mia querida,
dime a mi quien te la dio.
Hija: Una matica de ruda,
una matica de flor:
me la dio un mancevico,
Que de mi se en amoroso.
Madre: Hija mia querida,
No t’eches a perdición,
Mas vale un mal marido
que mejor de nuevo amor.
Hija: Mal marido, la mi madre,
No hay mas maldición,
Nuevo amor, la mi madre,
la manzana y el limon.
Los siglos se sucederán, las personas, las culturas irán sucediéndose, siempre creeremos que hemos inventado algo nuevo y que nuevas inquietudes nos atenazan, siempre buscando las diferencias, pero en el fondo, lo que nos preocupa o lo que nos hace sentir es lo mismo, los mismos sentimientos desde que el hombre pisa la tierra.
Precioso homenaje a una cultura que también es la nuestra y a un pueblo que forma parte de nuestra propia identidad.
Curiosa cultura, que es un trozo anclado de historia viva, a cultivar con mimo.
Voy a escribir un tópico, ese que dice que la música nos transporta, pero es que es verdad. Escuchar este tema es dejarte envolver por esa voz tan cálida, por las cuerdas al principio y después por la poderosa percusión que tanto amáis los amantes y entendidos de la música. Y es dejarte llevar hasta otros lugares o hasta el mismo lugar en otro tiempo...
Un beso. Gracias por esta maravilla.
es música es como poner piedras
sobre una tumba
o sobre el corazón
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