20 de agosto de 2008

Aquellos veranos.


A veces los recuerdos nos ponen muchas cosas en orden. Siempre tiendo a pensar que la fuerza de los momentos que nos quedan grabados en la memoria de alguna manera tiene que ver con la intensidad con la que los vivimos, con las dosis de pasión que nuestra forma de sentir les dio entonces. Y en parte así es, puesto que esos días en los que amamos intensamente, o nos hirieron con crueldad, o sufrimos con toda nuestra alma, están siempre ahí, en algún rincón, cubiertos con el matiz que a lo largo del tiempo le hayamos querido dar (indiferencia, aprendizaje, plenitud...) pero siempre conscientes de que rascando un poco podemos llegar a aquella sensación casi como si nos acabara de suceder.

Otras veces, sin embargo, momentos mucho menos intensos, vividos desde la sencillez con la que tantas veces pasamos por los instantes de mayor felicidad -a pesar de su aparente levedad y su más discreta substancia- también quedan adheridos entre los más importantes recuerdos que conservamos. Uno podría pensar que tienen menos fuerza que aquellos otros para fijarse en la memoria, o que al recordarlos su intensidad es menor.

Pero conforme pasan los años mi recuerdo me va iluminando cada vez más y más momentos de aquellos que cuando sucedieron me dieron mucha paz y equilibrio, pero que nunca sospeché que en el futuro iban a quedar en mi memoria en la cima del ranking de recuerdos especiales, de esos que uno siente que son los que le dan sentido a la vida y sustancia al pasado.
Me ocurrió ayer, mirando al cielo, escuchando los insectos de la noche de verano, y recordando aquella cocina donde mientras preparábamos la cena aún ebrios de sol y agua de la piscina donde tantas cosas importantes sucedieron me enseñaste a cantar a dos voces el Pie Jesu del réquiem de Lloyd Weber. Quizá porque es difícil que un momento así vuelva pues ya no existe aquel lugar ni la inocencia con la que vivíamos aquellas noches de verano mirando las estrellas con música de Strauss, ya amando la belleza por encima de todo y viviendo ese cariño que siempre hemos sentido espontáneo e independiente de tantas cosas que nos separan, pero inconscientes aún de la vida y de lo que nos tenía preparado a cada uno. Y sin embargo, sé que es uno de esos momentos que más feliz me han hecho en toda la vida, de los que sin duda caminan conmigo y con mi sonrisa para siempre. Me alegro tanto de que existas...

13 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

...y los recuerdos de la infancia. que es posible que los hayamos cambiado a nuestro antojo, pero ahí están, grabados en la memoria.

...tu madre???
jo, pues me lo tienes que cantar, ...como regalo, por este segundo aniversario, venga, ...que con el recuerdo a Lorca estos días voy a recordar siempre.

un abrazo.

Anónimo dijo...

tus recuerdos tienen mucha pasión, como todo lo qu haces.

yo no sé cómo funcionan, pero tampoco les pongo atención...

Arquitecturibe dijo...

Yo tambien hable de recuerdos...
me gusta la palabra "memories"... me parece magica, antigua, ancestral...
los recuerdos duelen, pesan, nutren... pero en cualquier caso son tan necesarios como inevitables.
Saludos desde mi lejana galaxia

Vulcano Lover dijo...

Senses,
no son recuerdos de infancia, sino de adolescencia, casi juventud. Y no, no es mi madre, es una de mis mejores amiga que siempre me acogía los veranos de cuanzo empezé a trabajar y no tenía vacaciones en verano. Me iba medio a vivir a casa de su familia que me "adoptaba" y tengo unos recuerdos muy especiales de aquel par de veranos.

Gatchan.
Qué sé yo cómo funcionan los recuerdos... pero sí es cierto que de repente te das cuenta de que ciertas cosas que has vivido, aparentemente tan normales y tan sencillas como muchas otras, adquieren un peso y una fuera en la memoria que resulta inexplicable. Supongo que tendemos a mitificar ciertas cosas... no sé, reflexionaba sobre eso.

Dark
Ya te lei... los recuerdos son inevitables, tienes razón. Poco a poco nos construimos más y más con ellos. Pero hay que seguir viviendo también, sino no los podemos alimentar.

Tomás Ortiz dijo...

Uf, recuerdos de veranos, de infancia, de momentos inolvidables...

Esa sensación de estar aprendiendo a marchas forzadas, de madurar a golpe de viviencia, de sentir lo que seguramente nunca más se sienta, o al menos no de la misma manera. Ese echar de menos a quien todavía no sabes qué será para ti, ese descubrir que uno es lo que es a través de los demás.

Y, sobre todo, aprender que la vida es lo que nos pasa mientras hacemos otros planes...

Vulcano Lover dijo...

sí, tienes razón, la vida es lo que nos pasa, lo que nos sucede mientras vivimos y trazamos otros planes. y la prueba de ello es que de repente momentos como aquel, normales, sosegados, intrascendentes, pasen a la memoria con ese peso tan grande, porque es de esos momentos, y de la gente con la que los compartiomos, que estamos también un poco hechos nosotros.

Javier dijo...

A medida que nos vamos haciendo mayores tenemos tendencia a rememorar todo aquello que nos ha ido marcando, tal vez como un medio de saber o conocer cual ha sido nuestra trayectoria, tal vez por recordar bellos momentos con la melancolía de tiempos pasados, a veces es una forma de huir de un cierto presente que nos agobia, o no nos acaba de gustar, quién sabe en el fondo qué es lo que nos dispara esa necesidad de rememoranza, pero es algo en lo que todos nos sentimos de una u otra manera reconfortados, momentos que dejaron su huella en nuestra memoria y que tal vez marcaron nuestra vida y nuestra forma de ser.

NaT dijo...

Yo también me alegro taaaaaaaaaanto de que existas... pero me alegraría muuuuuucho más si pudieramos vernos de una vez; hoy, mañana, pasado...

Creo que como la invitación no se hace formalmente me voy a tener que autoinvitar :P y con compañía además.
Esta tarde pasamos por tu casa ¡¡¡hala!!!
¿Sobre las siete te viene bien?
Pues allí estaremos, prepara la tumbona.

BEEEEEEEEEEEEEEEEEESOS VOLCÁNICOS

mikgel dijo...

Los recuerdos no son más que una constucción mental, un relato construido, reinterpretado, para dar consistencia a un "yo" presente. Por eso en el fondo da igual qué pasó, con qué emoción lo vivimos. Lo importante es si con el tiempo hemos considerado que esa es una pieza fundamental para explicarnos.

besos.

Javier Herce dijo...

Me gustó verte anoche!

a ver si hoy nos vemos más!

dijo...

Los recuerdos son tesoros, la mayoría de las veces. Esos a los que volvemos cuando necesitamos calorcito en nuestro corazón.
Un abrazo amigo,
y mil besos

Anónimo dijo...

Me alegro de que nos hayamos conocido, lo pasé muy bien el viernes. ¡Que no sea la única vez!

:D

Vulcano Lover dijo...

Pejota
sí, la memoria sabe bien escoger los momentos que nos hacen y que nos definen...

Nat
Por fin nos vimos... La verdad que fue especial. Los regalos, aún estoy impresionado por la cantidad y lo bien que acertaste con ellos... Ay, cuántos abrazos grandotes te debo... La espalda peor :-( jo, yo creo que también por eso estuve de humor raro. Besitos y hasta prontito

Mikgel
Tienes toda la razón. No lo hubiera dicho yo con menos palabras. Tienes el don de la exactitud... a ver si hablamos que te echo de menos.

Javier Herce
Sí, también a mí me hizo ilusión verte. El resto de fin de semana, entre mi dolor de espalda y los desencuentros, no hemos podido volver a vernos. En cuanto me recupere a ver si quedamos más tranquilamente y así charlamos un ratín. vale?
Besos

Enredada
Ay, ya creía que te habías olvidado de mí :-)) QUé bien verte de nuevo.
BEsos

Lironcillo
A mí también me gustó conocerte. Y sí, nos reímos muchísimo. Fue una noche para repetir, ciertamente.
Besos.