13 de agosto de 2008

Interiores.


Hay días en los que, que sin saber muy bien por qué, ciertas lecturas, ciertas imágenes o ciertas músicas se hunden hasta el fondo de mí, haciéndome también hundirme a mí con ellas. Y entonces me alejo, me pierdo entre mis propias olas, como bajo los efectos de un narcótico o de la parálisis que provocan los estados de hipnosis. Se abre ante mí todo el universo de millones de minutos acumulados, dormidos entre los pliegues de mi memoria esquiva.

Las razones de estos estados no importan. Será mi extrema sensibilidad ante la belleza de lo humano, o la facilidad con la que la intensidad, el dolor o la incomprensión del pasado son capaces de romper la frágil membrana de mi olvido. Extraña alquimia del alma que me empuja a bucear a través de mis abismos personales, como si de un deporte de riesgo -pero de placer inevitable y adictivo- se tratase.

Casi nadie entiende. Ni mi mutismo, ni la melancolía que emana de mí cuando me ocurre.
No es grave, les digo, pero siento que no me creen. Debo continuar, me digo a mí mismo. Llegaré al final, y continuaré. Y no habrá sucedido nada.

Cuando estos estados cristalizan, las historias que de ahí nacen, los pensamientos, las imágenes, las melodías con las que viajo, surcan toda la oscuridad de la que parten y con ellas atravieso los mapas de mi desconocido interior, y desciendo a los valles más recónditos. En mi viaje sumo ejércitos de miradas en las que se funden todo aquello que sucedió y también lo que nunca llegó a suceder. Las lanzas son sueños e imposibles. Los caballos galopan mudos, llenos de soledad. Y las armaduras reflejan en azul recuerdos y deseos. Todo se mezcla y todo se ramifica, y la literatura que brota es como un río al que no puedo dejar de escuchar. Y siento que me alejo más, desde la piel hacia dentro, y que mis ojos se pierden en una tristeza que en realidad es sólo distancia. Distancia que me aleja del mundo y que no puedo evitar, pues ese mundo hipnótico me seduce y me enseña quién soy detrás de todos los pliegues.

El tiempo poco a poco me calma, y la epidermis comienza a respirar de nuevo, retomando la realidad, sedando ese río sobre el que caminan descalzas las palabras, hacia ninguna parte. Así lo hacen, y aunque muchas se pierdan atravesando esa selva oscura que me separa de mí mismo antes de llegar al sol, algunas, muy pocas, llegan, heridas e impuras, hasta el papel.

15 comentarios:

Argax dijo...

No puedes dejar de buscar, llevas la criba siempre encima por si encuntras un riachuelo al que lanzarte para buscar pepitas.
Cuando no puedes buscar en los mañanas lo haces en los ayeres. A mi me gustan los resultados de esas búsquedas.

Saludo y beso.

Raúl dijo...

Detrás de cualquier actitud siempre se esconde un montón de gente incrédula ante la determinación tomada. así que ya ves tú el problema. en estos momento, en este estado, deja que fluyan hasta el papel. el resultado será estupendo.

PS. puede darse la casualidad de que no me haya enterado de nada de lo que has escrito, pero es que vengo de compras, chato.

Tomás Ortiz dijo...

A veces, cuanto más nos separamos de nosotros mismos, mejor nos entendemos.

Qué gusto da leerte!

senses and nonsenses dijo...

podía haber escrito algo parecido, bueno, más que poder, me hubiera gustado saber explicarlo así de bonito. me siento tan identificado...
bueno, yo no lo llamo melancolía, aunque me ponga melancólico muchas veces. yo no sé como llamarlo, pero te entiendo perfectamente. como puedes imaginar...
en estos dos años que nos vamos conociendo...

un abrazo.

Javier dijo...

Nos reflejamos o buscamos nuestro reflejo en lo que oímos o leemos, tal vez por conexión directa con aquello que deseáramos ser o vivir o tal vez sentir, a lo mejor porque lo vivimos o nos parece que lo vivimos. Siempre buscamos trascendernos, tal ve para no sentirnos tan solos.

Martini dijo...

Ya sabes que a mí a veces me pasa lo mismo, aunque por razones diferentes... quizás sea esa sensibilidad lo que te hace tan especial...

Martini dijo...

Ya sabes que a mí a veces me pasa lo mismo, aunque por razones diferentes... quizás sea esa sensibilidad lo que te hace tan especial...

Anónimo dijo...

esos placeres no se pueden compartir y por eso resultan incomprendidos.

Habibi dijo...

necesido diccionario

o güisqui

Habibi dijo...

necesido diccionario

o güisqui

Arquitecturibe dijo...

Y lo siento, mi dulce amigo, pero hoy debo culparte a ti de poner algo de melancolia en tu post... y a mi de hundirme en ella.
Saludos desde mi gris y lejana galaxia

Arquitecturibe dijo...

Y lo siento, mi dulce amigo, pero hoy debo culparte a ti de poner algo de melancolia en tu post... y a mi de hundirme en ella.
Saludos desde mi gris y lejana galaxia

Green dijo...

He llegado acá porque leí un comentario tuyo en otro blog, y me pareció muy bonito como escribes.

Solo espero que de alguna forma logres "enaminar" esas sensaciones y conflictos para seguir creciendo y ser grande.

Un saludo!

Fenjx dijo...

amo lo que escribes
cuando te acercas poniendo palabras a lo que me aleja
anula la soledad invisible
al no saberme único habitante
al saber que ese lugar no esta solo cuando yo no estoy
y que alguien riega las plantas en mi ausencia

Tessitore di Sogno dijo...

A veces parece que quisieramos capturar la belleza entre las manos como una fotografía, es cuando notamos que es imposible de atrapar y es eso mismo que le hace eterna y especial.

Gracias por el hermoso texto, feliz finde. :-)