25 de marzo de 2009

Las sombras de Schubert.


Desde siempre me ha atraído el oscuro de Schubert. Ese lado sombrío de un personaje del que, a pesar de no saber gran cosa de su biografía íntima imaginamos gordito y sonriente, pero casi con seguridad debió tener una agitada vida llena de contradicciones y frustraciones. Minusvalorado en vida, no consiguió estrenar ni publicar nunca ninguna de sus obras, que son numerosísimas, a pesar de la temprana edad de 31 años a la que murió. Hoy en día está considerado con razón uno de los más grandes y para muchas personas es, incluso, un compositor absolutamente fetiche.

Pero no es mi intención hablar de él, sino de esa tendencia que en sus obras de madurez es omnipresente, pero que ya desde las primeras obras apunta. Tendencia a quebrar su impecable musicalidad, su inspiradísimo gusto para la melodía, y caer en sombras que nos conmueven. Que nos inquietan porque nos hurgan las entrañas y nos reflejan, como en un espejo, la insatisfacción que provoca el inmenso abismo de contemplar frente a frente la realidad y el deseo. Estas sombras, constituyen sin duda una de las verdaderas médulas de la esencia del romanticismo musical.

Ocurre en muchísimas de sus obras. Hasta en los más inusitados pasajes, como este Scherzo de su última sonata para piano, la grandiosa D960, una de las cimas del mundo del piano, plagada de momentos sublimes, de musicalidad e introspección.



Donde un scherzo debería ser, como su propio nombre indica, una broma, un instante de descanso justo antes de la intensidad del final de una obra, Schubert, a pesar de iniciarlo así, canónicamente, súbitamente nos traslada sin previo aviso (aquí en el minuto 2:11) a un descenso a esa intimidad llena de sombras, a ese abismo existencial ante el que nos quedamos sin aliento. Para completarlo, la rotundísima interpretación aquí de Rudolf Serkin extrae aún más esencia de esa oscuridad, breve, que se nos cruza, con un uso visceral y seco de las notas graves que, como cuchillos, nos rasgan las entrañas.

Porque, ¿quién no lleva una sombra como ésta dentro de sí?

5 comentarios:

Tomás Ortiz dijo...

;)

Siempre te leo, pero nunca te comento, soy tan vago... Pues eso.

Unknown dijo...

Un día, tu y yo nos sentaremos y hablaremos de música, y me escribiras un buen playlist para mis mañanas o tardes que necesitan concentración o inspiración.

Y te hago saber algo que no viene a cuento: pasé a la segunda fase para entrar en ese dichoso máster que tantas ganas le tenía. Ahora sólamente depende de mi.
te beso, te sonrío.

Javier dijo...

Y yo que te hacía más de Lieder, no se creo que tendré que revisar algunos conceptos.

Gus Planet dijo...

Ahhhhhhhh Vulcano! te leo y es como 'sentir' tal vez al propio Schubert en sus arranques de melancolía e inspiración ...
Alguna vez fui estudiante de piano, en un conservatorio muy respetado, pero un accidente de esqui truncó mi carrera ... tal vez esa sea mi 'sombra', el pianista que me hubiera gustado ser ...
Por supuesto un Schubert, un Chopin, un Beethoven ... por algo mis tres peliculas favoritas son:

"Shine", "The Piano" e "Immortal Beloved" con el gran Gary Oldman ...

Cecilia dijo...

Me gusta Schubert, pero prefiero a Schumann, quizás porque toqué más obras de él; te recomiendo que escuches las" Piezas de Fantasía" para clarinete y piano de Schumann...
Buen blog!
Saludos! ;D