28 de marzo de 2009

Lisboa, en el fin del invierno.

Lisboa se volvió a abrir para nosotros. Esta vez, con mucha más intensidad y fuerza si cabe. Tanta, como la violenta primavera que estrenaba la ciudad del Tejo, derramándose sobre sus fachadas blancas, templando las orillas del río y provocando un hedonismo generalizado de sonrisas y siestas sobre las infinitas terrazas, de nocturnidad desenfrenada bajo la luna que descendía reflejada en las aceras del Chiado navegando también hacia el río, hacia el mar...

Y las horas se han pasado entre el sol y la blancura de los edificios. Entre el azul del agua recorriendo las orillas y las miradas entre tímidas y provocadoras de las tardes alargadas o aquellas de las noches breves de sueños interminables.
Y más allá del fado descubrimos los latidos secretos del bairro alto, los secretos olvidados de las calles de atrás o la deslumbrante lentitud de la belleza de marzo cabalgando sobre la conciencia. La ciudad de la melancolía nos ha acariciado con calma, con anestesia de belleza y con ansia de eternidad.
Lanzada sobre el horizonte, tan atlántica ella, descansan sus pies en una insospechada mediterraneidad, aún sin conocerla...
Lisboa, siempre Lisboa. Já com saudades de ti.

11 comentarios:

Javier dijo...

Sigue siendo una asignatura pendiente, enamorado de una Lisboa que no conozco, pero que ejerce una enorme atracción, algún día la imaginación dará lugar a la realidad.

senses and nonsenses dijo...

y para mí...
unas fotos preciosas,
y tú muy guapo.

un abrazo.

mikgel dijo...

Se me quedó una vida en Lisboa. No sé si mía o prestada. Algún día tendré que ir a recuperarla.

Gus Planet dijo...

"... provocando un hedonismo generalizado de sonrisas y siestas sobre las infinitas terrazas, de nocturnidad desenfrenada bajo la luna que descendía reflejada en las aceras del Chiado navegando también hacia el río, hacia el mar...

Me has deslumbrado con tus relatos tan, pero tan poéticos sobre la ciudad de Lisboa.
Qué bonita forma de 'introducirnos' en tus vivencias y, como alguna vez debatí con un amigo: "A las ciudades también las hacemos los que ecribimos sobre ella, los que les declaramos nuestro amor incondicional" ... y vaya que todos tús relatos han sido una declaración de amor hacia Lisboa!


(PD: no le creas a Senses, el muy pícaro a todos nos dice lo mismo! JE!)

Argax dijo...

Saudades. Yo sólo estuve allí una vez y desde entonces no hacen más que acrecentarse mis ganas de volver.
Yo llegué de madrugada, y ví amanecer allí, vi como la ciudad se despertaba mientras eperaba la hora de llegada al hotel.

Saudades. ¿Cómo se puede añorar tanto un lugar en el que sólo has estado una vez?

Tus palabras me acercan esa ciudad y todo lo que ella tiene que ofrecerme.

J. F. dijo...

Y yo me estreno por aquí. ¿Qué tal? Parece que lo pasásteis muy bien en Lisboa... Si todas las fotos son tuyas... enhorabuena, hay algunas insólitas con encuadres preciosos.

Me alegro de que te gustase mi blog... por desgracia... ¡casi no tengo comentarios!

Un abrazo!

J. F. dijo...

¡Ah! "Me se" olvidaba. He visto que estás leyendo a Tabucchi. Una novela suya que me ha gustado muchísimo (tanto que la he leído dos veces) es Sostiene Pereira, la historia de un periodista "sin ganas de nada" durante la dictadura en Portugal. Adoro el estado de ánimo del personaje y de la ciudad en ella.

;D

J. F. dijo...

Gracias por añadir una apostilla musical a tu comentario. No he visto la película... pero es que no me creo a Mastroiani en ese papel... mi Pereira es mucho más torpe, obeso y entrañable.

PD: ¡Qué envidia que vas a Cuenca!

Unknown dijo...

ya me gustaría volver... fue mi primer viaje con mugalari... inolvidable...
qué planes hay para semana santa???
estamos deseando tener visita...
besos.

Luís Galego dijo...

que bom sentir aqui a minha Lisboa...e que bom senti-la amada por alguêm de fora...caro David, o lema "mais vezes em Lisboa".

Um abraço enorme

Anónimo dijo...

los viajes a lisboa por la población marica española, creyéndose najwas nimris, me ha causado un poco de grima pensar en ir allí. pero contigo empiezo a pensar de otra forma