29 de noviembre de 2007

Perfecciones.



Madrid, 20:25 horas. Parada de metro de Nuevos Ministerios (para los que no conozcan Madrid, una de las paradas de metro del distrito financiero de la capital).
Yo, bajando las escaleras del metro para volver a casa. Por la mañana he salido impecable, arregladito, perfumado y perfecto. A lo largo del día, sin embargo, las horas de trabajo, de correr de aquí para allá, la piscina, las clases, el café con un amigo, las compras, las carreras por la calle, me han ido transformando... me siento un poco maltrecho. Ya sólo en la última media hora el calor excesivo de los interiores de las tiendas, los paseos en el super porque no encuentro la mozarella, las ganas por vivir cada minuto de lo que queda de día, me han ido dejando la cara con signos de cansancio, y mi cabeza ya algo despeinada. Además siento que me muero de calor bajo la cazadora acolchada y con las bolsas de plástico en las manos mientras deseo llegar a casa cuanto antes. La escalera de descenso es larguísima, interminable. De repente, aparece él subiendo. Inmóvil –la máquinaria de la escalera lo hace todo- y con cada prenda en su sitio, al igual que sus cabellos, como si hubieran sido colocados uno por uno. Siento que no se han debido mover un milímetro en todo el día. Es rubio, y muy atractivo. Viste de negro. El olor de su perfume aún se siente intensamente al pasar junto a mí, y observo con sorpresa que su rostro permanece como recién afeitado, absolutamente hidratado. Lo imagino en su oficina, imperturbable sobre las teclas, midiendo cada uno de sus movimientos de manera meticulosa: los dedos, los brazos, la cabeza, incluso la mirada. Todo con un criterio de máxima eficiencia con el menor gasto energético posible. Lo imagino hablando lentamente, usando sólo las palabras justas. Casi puedo verlo mientras come una ensalada baja en calorías en un recipiente de plástico y bebe agua mineral. Su ropa no se arruga y llegará a casa casi exactamente igual que como salió. No ha sudado una gota, ni ha hecho mella en él la polución. Tampoco se ha sobresaltado ni ha hecho nada que no estuviera en sus planes. Pasa de largo junto a mí, ni se inmuta detrás de sus auriculares. Me miro a mí, acalorado, con el cierre de la chaqueta un poco torcido, sofocado y atravesado por mil reflexiones, al borde de más de una pasión, con las plantas de los pies ardiéndome dentro de las deportivas. Me gustaría poder contagiarme de un poquito de su perfección a estas horas del día, de su inmaculada pose, que todos observamos en silencio desde la escalera que baja... Sin embargo, no puedo evitar sentir un escalofrío cuando termina de pasar, como si algo en él no fuera humano, como si toda esa legión de seres perfectos que puebla los laberintos de la gran ciudad entre semana fueran de aire, producto de una oscura fuerza que pretende crear en nosotros envidia, ganas de no ser imperfectos y parecernos a ellos, algo que alguien acaba de estrenar y que no necesita cambio alguno porque ya es pefecto mientras nada cambie, como si pudiesemos no cambiar nada y cruzarnos todos inmóviles y exactos en los pasillos del metro... No, en el fondo he sentido pena por él y me he alegrado de sentir calor, y sudar, y estar despeinado. Es también por ello que mi corazón late fuerte.

18 comentarios:

Martini dijo...

Además... ¿quién quiere ser perfecto? la imperfección que nos diferencia es la que nos hace bellos...

Raúl dijo...

bueno, yo que quieres que te diga... pero yo me empeño en no ser perfecto porque precisamente me da miedo quedarme vacío -y lo que cuesta conseguirlo, hijo...
¿No sería aburridisimo serlo?
Lo que mola es tener una vida que al llegar la noche acabes, precisamente, como NO has salido de casa por la mañana; es decir: hecho un adefesio. aunque para gente como tú y como yo, adefesios con estilo

sigo en huelga de acentos, mayusculas y correctores ortográficos. así no seré académico nunca...

pon dijo...

Esta gente tan superhipermegaperfecta me da miedito........tienen los ojos fríos.

Javier dijo...

Déjate de milongas, seguro que tu natural imperfección es estupenda, divina y atractiva, que para estatuas el Museo.

NaT dijo...

Sabes???
Mientras leía te he visto... he visto la calle, las bolsas en tu mano, el portal, tu cazadora y te he imaginado con esa camiseta amarilla, he visto tus ojillos y esa manera de mirarlo todo, he notado tus gestos, que ya conozco... lo único que no he visto ha sido al vecino, quizá es que la perfección absoluta no nos deja huella.

Besossss!!!!!
Sí, ando por aqui de nuevo. Espero que nos veamos el finde.

Anónimo dijo...

me fascina ver que en ocasiones esa "perfección" es natural, y no una pose

Anónimo dijo...

Bate coração, bate, bate forte... isso é o melhor que nós temos... Sempre adorei os mais imperfeitos! Comovem-me... bj

CRISTINA dijo...

Estoy de acuerdo contigo, pero como dice gatchan82, lo alucinante es que a veces esa "perfección" es de verdad, que hay personas que viven la vida pero consiguen que la vida no les manche, ni les arrugue, ni les deje despeinados... que acabe el día y tengan la misma sonrisa y la misma mirada fresca que cuando empezaron.
Yo conozco a uno así.

Cvalda dijo...

Todos nos cruzamos con "seres perfectos" a diario; a primera vista, fisicamente, llaman la atención, pero dan qué pensar...¿serán también tan imperturbables en sus palabras, actos, vida en general? Como tú dices, le imaginas "midiendo cada uno de sus movimientos de manera meticulosa", como si su propia vida no fuera con ellos.

Personalmente, me quedo con la imperfección. El temperamento, el desaliño, las manchas en la camisa, el botón descosido...todas esas cosas son signo de que (aún) estamos aqui, (aún) estamos vivos.

Arquitecturibe dijo...

nuestros dolores, colores, sudores...
los callos en las manos, la comida que engorda (que casi siempre es la mejor)... todo eso es lo que tiene sentido... para bien o para mal....
un beso enorme desde mi lejana galaxia

mikgel dijo...

¿y no viste el caos apoderándose de sus actos, y no viste la lucha sin freno, y no viste el dolor, el pánico que se esconden detrás de toda apariencia perfecta? Quien está lleno por dentro no necesita ser perfecto, quien está absolutamente vacío no sabe ser perfecto, solo sabe aparentar perfección quien lucha sin freno contra quien en realidad es, contra la humanidad que alberga dentro.

Azul_oscuro dijo...

si si si...que razón tienes
Por aqui, en esta ciudad bendita de dobleces, hay algunos.muchos de esos...que aborrezco cuando es viernes y vengo de dar una clase con mis ojos que no me veo, pero que siento medio caidos, con las canas en mi cabeza asomando mas descaradas que nunca y con los pies doliendose del trote de toda la semana...y ellos requeteengominados con una vestimenta perfectamente ajustada a sus curvas y con una pose ensayada en la puerta del bar de moda...
Y me siento tan real y auténtica a esas alturas de la semana :D
Jijiji,
si señor, que bueno!
bezo

Unknown dijo...

ejem... has oído hablar de "matrix"??

Bueno... a ver si hablamos mañana y nos contamos los planes de este puente...
besos.

David dijo...

No me gusta la gente perfecta, me produce inseguridades. Pero admito que resulta inevitable quedarse al menos mirando.
A mí me gustas tú, fíjate. Con tus perfecciones y tus cosillas :)

Bienvenido al espectáculo visual de la ampliación del Reina Sofía. Aunque me estoy pasando a La Caixa...

Bertix dijo...

Conozco bien esa estación. Yo a veces, también me he cruzado con hombres así, y me he preguntado ¿seguro que vuelven de trabajar? es imposible, como tu dices, ni una arruga, ni un pelo fuera de su sitio, ni ... ufffff, a veces los he envidiado precisamente por no tener en su cara ningún signo evidentede cansancio.

José L. Serrano dijo...

estoy seguro que era mi compañero de trabajo: es un replicante, seguro.

(a mí tambien me fascina el techo del Reina Sofía, paso horas mirándolo)

Y gracias por descubrirme la Opera de Lyon

luigi dijo...

Y pensar que yo, aun cuando acabo de salir de casa, recien duchad, recien peinado, recien perfumado, sigo siendo un poco desastre... Estoy deacuerdo contigo, no me gustan los perfectos, al menos no para tenerlos cerca demasiado tiempo. Son como de cartón, y todo en ellos parece más falso que un duro sevillano, desde sus gestos a sus sentimientos, si es que tienen.
¡¡Besos de retorno!!

Anónimo dijo...

Es perfecto por que tu le ves perfecto, el que no se mueva ni un sólo pelo, parezca recien afeitado y recien planchado no es más que una característica.
Todos alabáis la pena que el dueño de esta casa expresa, ¿sentir pena?, ¿por que?, ni se lo merece ni se debe sentir. Alguien ha dicho que la belleza le produce inseguridad, eso a mi entender es no quererse no estar seguro de uno mismo, buscar la imperfección y lo que consideramos peor para sentirnos mejor, no señores, eso no...
Me ha gustado llegar hasta aquí, te visitaré a menudo.
un Abrazo

http://www.lacoctelera.com/ser_anonimo