8 de enero de 2008

Lecciones de ópera

Monteverdi: L'Orfeo
favola in musica rappresentata in Mantova l'anno 1607
Concerto italiano. Dirección, Rinaldo Alessandrini.
Monica Piccinini, Furio Zanasi, Sara Mingardo, Sergio Foresti, Antonio Abete, Luca Dordolo.


A pesar de ser la ópera más antigua que existe, por ser (entre otras cosas) la primera que puede considerarse como tal, han tenido que pasar muchos años para encontrar una versión como la que nos regala el italiano y especialista en Monteverdi, Rinaldo Alessandrini. Uno diría, además, que después de la revolución de la vuelta a los instrumentos originales y a las formas de interpretar de la época que tan en boga han estado en los últimos 15 años (véanse las interpretaciones, por ejemplo, de Harnoncourt o, más recientemente, René Jacobs) , ya poco se podía aportar a una tan célebre como abundantemente interpretada obra. Pero Alessandrini ha sabido dar con la tecla, y nos ofrece una versión que puede gustar o no, pero que es absolutamente diferente a las que existen. En mi opinión ni las anula ni las supera, tan solo ofrece una visión hasta ahora no explorada de esta grandísima obra del final de Renacimiento musical italiano. El Orfeo no es una obra fácil, y detrás de ella no está sólo la simplificación de un complejo mito de la civilización occidental, sino que precisamente por ser Orfeo un personaje que representa la música en sí mismo y estar relacionado con muchos otros mitos y leyendas, es una obra que esconde multitud de rincones, matices e inflexiones en su aparentemente limpia apariencia. El acierto de Monteverdi de conseguir unir palabra y música sin que la última fuera un mero acompañamiento de la primera, sino que la argumentase con su riqueza, y se adaptase (además) en ritmo y textura, a la evolución de la narración (esto es, convirtiéndose ella misma en elemento dramático paralelo al texto) dio lugar al nacimiento de un género artístico que transformó el arte y la música: La Ópera.
Creo que Alessandrini consigue trasladarnos con mucho acierto a las sensaciones que debieron tener los primeros auditores de una obra como el Orfeo, que acierta apor primera vez a narrar una acción dramática donde texto y música se conjujaban encaminados a transmitir un mensaje único. La revolucionaria forma de interpretación de los recitativos que usa Alessandrini (no olvidemos que la mayor parte de esta ópera son recitativos, pero que a diferencia de lo que se había hecho antes, no sólo "mantienen" la música en la obra, sino que argumentan meticulosamente el texto) está convincentemente estudiada y explicada por el propio director en el delicioso libro que da soporte a los Cd’s. Además, se añade un curioso texto de Camille Laurens, donde a través de un diálogo-relato, recupera matices ya apuntados y ahonda en nuevos aspectos de la figura de Orfeo (como el de su posible falta de pasión por Euridice o incluso su homosexualidad). Las ilustraciones del mito a través de pinturas de la historia del arte occidental que se incluyen son igualmente hermosas y provocadoras. Por último, las interpretaciones de los cantantes son mucho más que correctas, y en el caso del Orfeo (el barítono Furio Zanassi) o la Mensajera (la siempre sublime Sara Mingardo) rozan lo conmovedor, en un pasmoso equilibrio de contención, corrección y pasión.
En fin, que al libro-cd no le falta nada para ser recomendado. Si lo adquieren, tendrán asegurada una versión nueva y llena de fuerza. Desde mi punto de vista, una versión ideal para exporar la obra y recuperar toda su fuerza: la fuerza de esta historia de amor que celebra sin paliativos el inmenso poder de la música. Porque oyéndoles, uno sólo puede sumergirse en su honda sencillez y gozar de la música en su estado más puro.



En este fragmento del inicio del segundo acto (quizá el acto más redondo de la obra), un duo de pastores inicia presentando el lugar donde los dioses vienen con frecuencia a buscar descanso. Así hace el semidios Orfeo, que siempre ha hipnotizado a bestias y humanos,a la naturaleza toda, con el magnetismo de la música de su lira. Pero si antes lo hacía para cantar el desconsuelo de su falta de amor, hoy lo hace para alegrarse por su boda con la bellísima Euridice. Entre ninfas y pastores que danzan en medio de una música rica en floreos y arabescos, interpretados con una profusión de instrumentos que la dotan (al menos para la época) de un tremendo poder, Orfeo recuerda la melancolía de su canto otrora, y cómo la naturaleza se contagiaba con él, y lo lejos que queda ahora aquello...
Vi ricorda, oh boschi ombrosi(...)? - ¿Os acordáis, bosques sombríos(...)?

11 comentarios:

David dijo...

Me parece que mis clases particulares van a tener que partir de un nivel aún más bajo...

Jo desde aquí no puedo abrir archivos de música, para entender mejor lo que comentas.

NaT dijo...

Y yo que venía para decirte que sí, que Barcelona es una ciudad preciosa.Cuando fui sola la disfruté de una manera y cuando me invitaron mis amigos catalanes la disfruté de otra. Iba a contarte que me encantó la primera vez que fui aunque tuviera que recorrer sola sus calles, que me perdí en el puerto de carga al anochecer pero no me dio miedo, que no veía el fial de Pedralbes y acabé a los pies del Tívoli, que subi a ver cañones cuando las piernas no me respondían, que oir a las corales desde lo alto de la Plaça del Rei es una experiencia lejana a ser humano y que la ciudad me dejó tan extasiada como la colección de románico... y ahora tú vas y te pones a hablar de ópera ¡¡¡no tienes corazón!!!
Un besote sonoro y musical

Raúl dijo...

todo lo que sé de ópera (es decir, nada) se lo debo a las escenas que filmó ridley scott en Hnnibal antes de sacarle los higadillos a uno y tirarlo por el balcón. y mira que teniendo el liceo a tiro de piedra -mejor dicho, de tren- debería haber ido, al menos, una vez...

Arquitecturibe dijo...

Cuando se utiliza masgistralmente la mitología, como en este caso, se crea una versión fabulosa e impecable.... pero más que eso, las interpretaciones que aqui enseñas, parecen relatar historias de otro mundo... crear sonidos de otro mundo.
Un beso desde mi lejana galaxia alimentada intelectualmente por tu post.

senses and nonsenses dijo...

sin embargo, con la música clásica sí que no puedo aportar nada de nada, sólo aprender de ti.
osea, que estamos en el origen de los orígenes: sin saber absolutamente nada de ello, se pueden apreciar tus textos de igual modo. tus posts son tb una clase de historia, de mitología.

un abrazo.

Fenjx dijo...

yo como david tengo límites audiovisuales para poder disfrutar del fragmento
pero evoco la música, la imagino mientras te leo
porque la necesitaría
para canalizar y apaciguar todo ese estrés que no puedo evitar más que huyendo

dejamos huellas en el espacio y en el tiempo
orfeo debía de ser consciente de ello cuando tocaba la lira aquella tarde

Cvalda dijo...

Sinceramente, no tengo ni idea de ópera, pero me encanta que disfrutes tanto con ella :)

Anónimo dijo...

¿Preparado? ¿Listos? Voy.

;-p

Anónimo dijo...

lo añado a mis carpeta para aprender ópera, pero espero poder ir a tutorías y preguntarte las dudas ;)

Javier dijo...

Te acuerdas de cierta conversación, jajajaja. ;-)

Alfredo dijo...

Como siempre, llego tarde a uno de tus interesantísimos posts. Pero más vale tarde que nunca. Ví el Orfeo la pasada primavera en Aranjuez y tengo en casa la versión de Harnoncourt, pero me encanta esta otra que propones. En cuanto al mito, señalar mi fascinación por la obra cinematográfica de Jean Cocteau, muy surreal y mariquita.