14 de enero de 2009

Al salir de clase.

Hace muchos años, cuando aún era un niño, Julián se perdió volviendo a casa del colegio. A sus doce años, mamá ya le dejaba ir y volver solo, teniendo en cuenta que el centro escolar se situaba a tan sólo tres manzanas. Julián siempre fue muy obediente y jamás se desvió de la acera que debía seguir. Eran sólo dos calles que cruzar, ambas con semáforo. A él gustaba perseguir los dibujos geométricos del suelo, que entrelazaban sus formas y sus colores de una manera fascinante. No se aburría nunca de mirarlos, y eso le hacía entretenido el viaje hasta casa que, a pesar de breve, él percibía como toda una aventura.

Sin embargo aquella tarde algo ocurrió, y aunque él recuerda haber seguido religiosamente el camino de diseños geométricos y haber cruzado por los dos habituales pasos de peatones como cualquier otro día, la realidad es que al llegar a casa se dio cuenta de que aquella no era su casa. Ni siquiera era su calle. Debió ser la espesa niebla de aquel día la que le llevó a desorientarse. Entonces, Julián se sentó consternado en el bordillo de aquella casa desconocida. Pensó que la manera más sencilla para ser encontrado era quedarse quieto en un mismo lugar y esperar. Así que eso hizo. La niebla se hacía más y más espesa y Julián la recuerda ahora, después de tantos años, fría, muy fría, inmovilizándole, y mezclada con una profunda sensación de confusión por no entender cómo había llegado hasta allí.

Al final fue Aurora, la vecina del tercero que siempre le daba caramelos cuando se cruzaba con ella en el portal, la que lo descubrió, por casualidad, mientras volvía de visitar a su hija. Con ella regresó a casa. Mamá estaba muy preocupada y había comenzado a llamar por teléfono a las casas de algunos compañeros de clase.

- En realidad no estaba tan lejos de casa -le dijo Aurora - sólo que con la niebla se ha equivocado de dirección al salir de la escuela. El pobre se ha quedado quietecito para no perderse más. No le riñas, que ya bastante asustado está.

Julián nunca entendió cómo pudo suceder. Aquella sensación de haber hecho lo correcto, lo mismo de todos los días, y a pesar de todo haberse perdido, sigue llevandola encima desde entonces como un peso invisible. La recuerda curiosamente hoy, sentado en las escaleras de un bloque de pisos desconocido, fumando el ultimo cigarrillo del paquete que aún conserva en el bolsillo.

Hace dos horas que ha nacido su primer hijo y, sin saber aún porqué, no ha sido capaz de acudir al hospital donde su mujer ha dado a luz. Es verdad que las cosas no van bien desde hace meses. Quizá nunca fueron del todo bien, pero ahora eso ya da igual. Es una cuestión de responsabilidad, ¿no?
Julián tiene miedo, lleva mucho tiempo teniéndolo. Desde que lo tiene, su único refugio ha sido pensar que hacía lo que creía que estaba bien, y punto. Pero hoy eso parece que no le sirve.

Le da rabia que Lucía haya dado a luz mientras él estaba en una reunión con el móvil desconectado. Y sin embargo, el hecho de tener una excusa coherente le produce un secreto sentimiento de liberación.
Ahora, la lluvia que cae con fuerza y el atasco de tráfico monumental que vive la ciudad han tomado el relevo de ser excusa perfecta para no haber llegado aún al hospital. Se disponía a ello cuando, repentinamente, un impulso le ha hecho detener el automóvil y bajarse a fumar en esas escaleras desconocidas al amparo de una marquesina de cristal. Ha sido esa misma sensación de confusión de aquel día, unida al frío, la que le ha hecho recordar aquella tarde de su niñez, cuando se perdió al salir de clase. Julián apura la última bocanada de humo y se da cuenta de que hoy no tendrá ninguna Aurora que venga a por él y lo excuse ante mamá.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

no siempre lo que se supone que es lo correcto, es lo correcto

NaT dijo...

En cuanto al título… como me gustaba a mi esa serie a pesar de que era mala, o al menos eso decía la gente, pero de ahí salieron algunos de los talentos de este país, así que como trampolín hacia un sueño tampoco estuvo tan mal la cosa.

Respecto a la historia… cuántas veces creemos estar haciendo lo correcto mientras otros nos dicen que estamos equivocados porque ellos tienen sus propias ideas, cuántas veces nos dejamos influir por los conceptos de otras personas aún pensando que se están equivocando pero así les damos la razón y dejamos la vida pasar sin complicaciones.
Cuántas veces quisiéramos escondernos de las responsabilidades de nuestra vida y más cuando es compartida.
Cuántas veces quisiéramos perdernos de la vida…

Besines con niebla, con sol, con oscuridad

Unknown dijo...

ufff esa sensación de desasosiego cuando no sabes por qué estás ahí... cuando deberías estar en el lado correcto... al menos en la edad adulta se puede desandar lo andado y rectificar...

Martini dijo...

me he agobiado y todo leyéndolo... yo también me perdí una vez...

Arquitecturibe dijo...

Hmmmmmmmmmmm
Como quisiera que otros pagaran por mis errores, que corrigieran mis daños, que alentaran mis esfuerzos.... pero es en todos ellos donde se aprende a vivir, ellos son la vida misma.
Muy lindo
besitos desde mi lejana galaxia

senses and nonsenses dijo...

es fácil seguir los caminos marcados, lo que alguien supone que es o no es lo correcto. la primera vez que te pierdes en la niebla puede ser por la con-fusión con los demás.
en la última. es julián quien decide pararse. y fumar... o ver la vida pasar...

un abrazo.

Javier dijo...

Haz lo correcto, vive de forma correcta, viste de forma correcta !!!!, y al final qué queda de lo que somos, sólo una sombra, eso sí una sombra muy correcta.

mikgel dijo...

No puedo evitar cierta extrañaeza al empezar a leer el relato. Iba al colegio solo con doce años... yo siempre fui solo al colegio, de hecho también iba solo a la guardería... qué raras se me hacen esas infancias urbanas, esas infancias burbuja, todo el día con un adulto al lado...

Argax dijo...

Me gusta mucho el momento sutil en el que Julían es ya mayor y fuma en el portal, tan perdido como cuando era niño, ahí la historia se hace grande, ahí nos damos cuenta de que Julián ya no podrá volver a encontrar el camino correcto, no hace falta leer más, aunque lo que sigui lo complementa bien.
De tus lineas también me llega un mensaje, si los errores se comenten por inocencia o desconocimiento son perdonados, sin embargo, si se comenten por inconsciencia o iracionalidad son severamente castigados con la infelicidad.

La estructura está redonda titi.

Beso.