26 de octubre de 2006

Claroscuros.

La vida de los genios siempre ha atraído al séptimo arte, y son innumerables las adaptaciones reales o noveladas de vidas de personajes que cambiaron de alguna forma el mundo. Sin embargo, muy pocas de ellas pasan de ser simplemente interesantes, y casi ninguna la podríamos calificar de obra maestra. Supongo que es difícil acercarnos a los genios y hacerlos creíbles, y aún menos transmitir con maestría la fascinación de sus vidas o de sus obras. Tampoco lo consigue la reciente "Copying Beethoven" de la polaca Agnieszka Holland. Cierto es que la película tiene más de un acierto, pero fracasa en su intención de trazar una historia imaginaria en torno a la última época de la vida del músico como forma de ilustrarnos a través de su compleja y desconcertante personalidad en el proceso vital creativo de su última sinfonía, y su evolución posterior hacia nuevas formas de componer que lo llevarían a ser un incomprendido, pero que sin duda marcaron la evolución posterior de la Historia de la Música.

A pesar de ello, la idea de crear un personaje imaginario que se convierta de alguna forma en reflejo de este proceso es muy interesante. Incluso resulta coherente el hecho de que sea una copista, pues permite cierta credibilidad a la hora de penetrar en los entresijos del lenguaje musical del autor. Pero hace falta un buen guión que sostenga ese personaje, y una trama que consiga reforzar una mirada sobre el músico que pueda resultar creible e interesante. Y en eso, en mi opinión, falla estrepitosamente la película. El personaje de la copista (Diane Kruger) es bastante plano, casi tanto como lo es su intérprete. Cuando la vemos actuar, a pesar de que consiga momentos de interpretación aceptables, no sostiene un personaje que está mal dibujado, concebido más como una mujer actual que como una mujer del siglo XIX. Resultan increíbles muchos de los comportamientos e interacciones de una mujer que ayuda al músico como copista, pero que se convierte en confidente, y hasta criada del espinoso Ludwig. Tampoco se nos presenta una intriga lo suficientemente consistente. La intención de servirse de Beethoven para impulsar su trabajo de compositora no resulta ni convincente ni interesante para el espectador, y la mayoría de las escenas y diálogos se desarrollan entre lo previsible y lo prescindible. Las frases del genial músico (quizá lo más interesante del guión) aparecen muchas veces demasiado incrustadas en la acción. Además, la historia se cierra de una manera simplista y torpe (da la impresión de que el guionista no supo cómo acabar la historia y simplemente la dejó así).

Con este punto de partida, el minucioso y brillante trabajo de producción y de interpretación (todo hay que reconocerlo) no puede sino compensar y mejorar estas deficiencias. La película cuenta con muchos hallazgos, entre ellos dejar la música de Beethoven como eje central de la historia, lo cual, evidentemente, es jugar sobre seguro. La ambientación y la fotografía también son de destacar. Así como el trabajo de un Ed Harris que (en mi opinión) más que estar sublime (como he leído por ahí) se dedica a sacar el mejor partido del personaje que traza el guión. Llegado este punto, las comparaciones con la también imperfecta "Inmortal Beloved" son necesarias. En ella, Gary Oldman nos presentaba a un Beethoven más plano, y sobre todo centrado en su sentido atormentado y dramático de la existencia, hundido en la desesperación de una historia de amor imposible, un Beethoven que resultaba quizá algo parcial y fragmentado. La trama entonces, sin embargo, creaba más suspense para el espectador, y al menos nos mantenía frente a la pantalla con interés hasta el final. En "Copying Beethoven", un inspirado Ed Harris construye un personaje mucho más poliédrico y que corresponde más a la idea que se tiene del músico: alguien oscuro y huraño pero a la vez lleno de inteligencia y ternura. Una persona compleja y ególatra que vive un duro proceso de rechazo ante un mundo que no le comprende y un destino que le castiga con la barrera física de la sordera, pero que a pesar de todo se embarca en un viaje hacia un universo compositivo transgresor con la única luz de su genialidad creativa. Aún así Ed Harris, para mi gusto, sólo llega a la correción, sosteniendo como puede el guión, pero no profundizando hasta el final en un personaje que es algo más que tics y manierismos varios que sólo contribuyen a epatar pero que no terminan de indagar hasta el fondo de este hombre difícil, obsceno, despreciable y cruel, pero al mismo tiempo reflexivo, lúcido, apasionado y necesitado de cariño. La interpretación de Harris se nos va perfilando a golpe de frases geniales y comportamientos algo superficiales no exentos de extravagancia. De nuevo el problema está en el guión.
De todas formas, la película consigue momentos de tremenda emoción, claro que el responsable es el propio Beethoven. Especialmente acertada resulta la escena, larguísima e intensa, del estreno de la sinfonía coral, que nos mantiene sin respiración sobre la butaca, haciéndonos sentir con credibilidad la increíble, irrepetible, hechizante y atemporal música de esa obra. Es una pena no haber redondeado la película pues, como he dicho, la idea de mostrarnos ese proceso de la transgresión del genio es más que interesante. Para el que no conozca la figura del músico en detalle, podrán ser interesantes estas notas que he escrito, que sitúan al músico en el momento en el que nos lo muestra la película. Quizá pueda ayudar a alguno a centrarse en lo más interesante que nos propone la cinta:

Después de haber llegado a la cima del sinfonismo, y tras un largo periodo de casi 10 años en los que su popularidad había decaído bastante, Beethoven se propuso renovar el concepto de sinfonía, añadiéndole la voz humana de cuatro solistas y un coro. Y con esa idea, emprendió la tarea de componer su famosa novena. Su estreno, del que estuvo pendiente toda Viena, puede ser considerado como uno de los acontecimientos musicales más importantes y emocionantes de toda la historia. Sin embargo, paralelamente a ello, el autor, aquejado de una soledad y un ensimismamiento atroz, intensificados por la creciente sordera que lo aquejaba, había comenzado otro proceso creativo, quizá el más importante de su vida, a través de sus últimas sonatas de piano y sus últimos cuartetos de cuerda. Beethoven había llegado ya a la perfección de la forma, y había explorado como nadie la riqueza melódica y dramática en sus obras además de no haber perdido de vista la música popular, que siempre estuvo presente en su obra. Ese ostracismo al que se vio expuesto, le permitió posiblemente alejarse del mundo lo suficiente como para atreverse a cruzar la línea y pasar al otro lado, partiendo de la genialidad en éste. Rompió la forma, la tonalidad, deshizo el concepto de ritmo, de melodía... Se hundió en la composición de obras como la Gran Fuga, que estuvieron muy por delante de su época y que han influido notablemente en la música posterior, con repercusiones incluso en el pop o el jazz. Algo que nadie comprendió, que nadie estaba aún preparado para asimilar. Debieron pasar muchos años para ello, y sólo bien entrado el siglo XX se pudo tomar el relevo a lo que él inició. En palabras de la directora de la película: "Tendió un puente entre el romanticismo clásico y la música moderna, y luego lo destruyó para que no hubiera vuelta atrás".

6 comentarios:

Martini dijo...

usease, un bodrio en el basto sentido de la palabra ¿no?

Un beso, con la permiso ( y prometo no verla)

Vulcano Lover dijo...

Hombre... Tampoco es que sea un bodrio... pero bueno, yo me aburrí un poco y eso que me encanta la música. Eso sí, por Ed Harris merecela pena verla, yo es que soy muy exigente, pero seguro que se lleva el Oscar. Y también es cierto que tiene escenas muy emocionantes. Por lo demás, sí, más o menos prescindible... Pero es que me apetecía hablar de Beethoven, jejeje
;-)
Besos

Anónimo dijo...

Esto... creo que no voy a ir a verla.

Anónimo dijo...

Bueno como ves yo soy mas fiel,jejeje.
Dios que post mas largo para decirnos que no te gustó la película, gracias no obtante, así me ahorro el dinero de las entradas.
Por otra parte, como siempre magnífica tu referencia a la figura del insigne Beethoven, que tan inolvidables momentos musicales nos ha regalado con sus sinfonías, mi preferida sigue siendo "La Pastoral", sinfonía nº6, y en concreto el espectacular Allegro con su violentos golpes de timbal, y como tras la tormenta llega la calma, ese Allegreto del canto de los pastores que nos devulve a la alegría y paz de los primeros movimientos.
Bueno me parece que me extendido un poco, perdona el atrevimiento.
Besos

Vulcano Lover dijo...

Sí, lo sé... manía mía ésta de argumentarlo todo bien...

Besos atrevidos para ti.

Caronte dijo...

magnífico post, como leiste a mí también me resultó algo insufrible, y sinlas emotivas escenas de "amor inmortal"

1 abrazo