"Luz e progreso en todas partes..., pero
as dudas nos corazós,
e bágoas que un non sabe por qué corren,
e dores que un non sabe por qué son."
Rosalía de Castro.
Sergio baja con lentitud los escalones de la parada del metro. Va con el tiempo algo justo para llegar a la estación de autobuses y tomar el suyo, pero a él nunca le ha gustado apresurarse. Los dos días en Madrid han discurrido entre agradables y divertidos, y ha hecho prácticamente todo lo que tenía en su agenda mental. Cada vez es más habitual en él venir a la capital a pasar el fin de semana. Desde que conoció a Jaime. Se queda en casa de él, y suele aprovechar la estratégica situación de su apartamento y su hospitalidad para huir del aburrido panorama que le depara Cáceres, donde las mismas caras y la ausencia de cualquier novedad de ocio le auguran horas de sofá y televisión. A Miguel le gusta así, y además detesta las grandes ciudades. Por eso, rara vez le acompaña. Después de ocho años juntos, han decidido dejarse algunos fines de semana libres para que cada uno pueda dedicarse a sus aficiones no compartidas. Es una costumbre que ha mejorado aún más su relación, disminuyendo los escasos, pero cada vez más frecuentes encontronazos que antes solían tener a causa de los planes del fin de semana.
Sergio se detiene un momento en medio del andén. Su maleta naranja en una mano, guarda sus nuevas adquisiciones de las tiendas de la calle Fuencarral. En la otra, una bolsa de plástico blanca con pasteles, de los que le gustan a Miguel. Mira el reloj con parsimonia, pensando que ha dormido poco, esperando poder echar una cabezada en el autobús. Ayer volvieron tarde de marcha. Él, Jaime y toda su pandilla, de la que se ha hecho ya uno más. Jorge se acercó ayer un poco más de lo habitual. Siempre ha pensado que Jorge le miraba de una forma especial, aunque él siempre ha mantenido la distancia. Ayer, sin embargo, por alguna razón, rompió esa barrera, y lo cierto es que encontró agradable charlar más con él. Recuerda por un instante su aliento en el oído, intentando hacerse entender sobre la música de la discoteca. No está seguro de si llegó, en algún segundo olvidado, a tocar con sus labios el lóbulo. No, no lo recuerda. Se despidió de él con una sonrisa. La sonrisa empaña las horas de compras, charlas y paseos por las avenidas de Madrid, y le hacen repasar con incisivo ánimo de exploración los mejores momentos del viaje.
El tren está ahora entrando en la estación. Al pasar junto a él, el contacto de la máquina con los cables de la corriente eléctrica emite un terrible y seco chasquido. La chispa que se desprende, se queda grabada en su retina, y levanta de su mente por un instante ese barniz impermeable de su sonrisa. Esa que le imprime una opaca y espesa fachada de chico cariñoso y agradable. Sergio no habla mucho de lo que ocurre bajo esa piel. Ha inventado una intimidad paralela, que es la que muestra a los demás. Pero el chasquido del metro acaba de desencadenar, misteriosamente, una especie de liberación. Lo primero que se libera, con fuerza, es esa melodía que lleva sonando en su cabeza, sin que pueda evitarlo, todo el fin de semana. La misma que suena ahora, por elección propia, en sus auriculares: una morna de Cesaria Évora, que comienza a liberar la melancolía infinita que lleva habitando el fondo de su pensamiento estos días. En ambas, morna y melancolía, un nombre: el mismo que da vueltas y que lleva rozándole las esquinas del pensamiento durante meses. Ese nombre arrastra la oscuridad de detrás de su sonrisa, donde vive escondida de forma imperceptible. Otro fin de semana sin verlo, piensa. Una melodía, y la ausencia de mensajes en estos dos últimos días. Dentro del vagón, ha tenido suerte y ha encontrado un asiento. Son muchas paradas y lo agradece. Deja la maleta a un lado, mientras el chasquido de hace unos instantes, como una piedra lanzada sobre un lago tranquilo, comienza a ejercer su efecto concéntrico sobre el pensamiento. Morna y ondas, que revuelven el poso de sus entrañas con suave amargura. Morna, chasquidos y un nombre. Y la ausencia que toma lugar, justo en el centro de su vida perfecta, devorando furiosamente la imperturbable sonrisa con la que se disfraza. Espera, como única razón de su viaje, un correo electrónico al llegar. Sí, besará a Miguel y pondrá una excusa para conectarse unos minutos a la red. Es posible que me haya escrito, piensa. Y el vagón, de repente, se convierte en la cárcel más oscura que pueda imaginar. Sergio aprieta con fuerza la bolsa de los pasteles, mientras desde su ojo derecho, inevitable, una lágrima inmensa y redonda le cruza la mejilla, quemándole la piel.
16 comentarios:
Acabo de darme un paseo por tu volcán particular. A veces las palabras vomitan muchas más información de la ausencia que de la plasmación. Una bonita imagen de esa infidelidad supuesta. Tienes un gran dominio de la descripción, he conseguido verlo sentado en el tren, con su lágrima rodante. Bienhallado.
¡Esperad y creed!: "crea" el que cree,
y ama con doble ardor aquel que espera.
Rosalía de Castro
Lo siento pero es que estoy morriñoso, deben ser estos cielos grises y esta historia de anhelos y deseos ocultos, ansias escondidas y disimulos, miradas de reojo, .....y palabras susurradas que enciendes sentimientos que parecian dormidos, o renuevan ilusiones, generando nuevas y a veces banas ilusiones....
¡Esperad y creed!: "crea" el que cree,
y ama con doble ardor aquel que espera.
Rosalía de Castro
Lo siento pero es que estoy morriñoso, deben ser estos cielos grises y esta historia de anhelos y deseos ocultos, ansias escondidas y disimulos, miradas de reojo, .....y palabras susurradas que enciendes sentimientos que parecian dormidos, o renuevan ilusiones, generando nuevas y a veces banas ilusiones....
¡¡¡Te mato como dejes la historia así!!!
Una 2ª parte ¡ya!
Un beso, con tu permiso.
Me parece una historia tristisima... Mucho...
No entiendo esas cosas... aunque he vivido cosas parecidas...
Pasear por Madrid en días grises a veces entristece el alma, a veces la alegra y en ocasiones llevas las palabras que resuenan en tu mente. Hoy paseaba pensando en esta historia por calles sin luz, ¡me encantan las calles sin luz!
Es tan triste tener que despedirse de la gente que quieres, de los susurros, de la piel en la piel...
Pero hay trenes que pasan dos veces, sólo hay que intentar no dejarlos escapar.
MUACKSSSSSSSSSSSS
precioso, como siempre
Volver con el alma marchita..., quizás no encontrará el correo esperado y entonces la incertidumbre le corroerá unos dias hasta que se decida manda él el correo para salir de dudas.
Espero que no nos dejes con el alma en vilo.
bueno, pese a que sigo sin tener blog, solo te diré que es hora de amnistias, por lo que confesaré que he escrito estyas lineas movido por la emocion a leer el ultimo relato, No añadire nada porque a veces menos es mas.
big vic
Uff, te superas...
Cuántas mentiras!
maribel, gracias por la visita. Me alegro que te haya gustado. Estás iinvitada al volcán cuando gustes.
Pe-Jota Las ilusiones, dormidas o no, siempre nos despiertan a la vida, a la perspectiva nueva, al placer...¿no?
Luigi, guapo, no es tan triste, en el fondo...
Nat En fin, lo éste no es nada comparado con tu posibles 20 amantes, jejejeje.
mart-ini y hermes hola, guapos... Sintiéndolo mucho, creo que esta historia no tiene continuación, al menos de momento... Yo, al menos, no tengo ahora fuerzas para escribirle un futuro... Os doy permiso para continuarlo vosotros, si queréis... ¿qué haríais con él?
pedro No, Pedro, te equivocas, no hay mentira ninguna... la vida es más compleja de lo que parece. Las mentiras son algo subjetivo, como lo son las verdades...
usuario anónimo Querido Vigvic... nno sabe sla alegría que me das al volver por aquí... Ya sé que me leías a escondidas, pero tu inestimable colaboración, ya fuera crítica o de alabanza, me faltaba aquí, en un huequito del corazón. Un beso bien grande para ti, te lo debo para cuando nos veamos, vale? (si me deja quien tú ya sabes, que como me tiene manía...)
En cuanto al otro usuario anónimo... Gracias,se hace lo que se puede... Un abrazo.
En el fondo quizas no, pero si en la forma. A veces las apariencias engañan... y a veces las personas también, aunque sean mentiras de una vida compleja como bien dices, aunque sean medias verdades. 1 beso precioso
q bien pasarme por aqui y rozarme con tus palabras de vez en cuando con buena musica en mis oidos.
buen viaje.
el relato bellísimo como siempre. me gustan las historias que se desarrollan en trenes, andenes, estaciones, me hacen pensar en el deseo como viaje, como trayecto, que desaparece en cuanto se llega al destino.
al final me puse intenso.
un abrazo.
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