Mi nueva oficina está dotada de nuevas máquinas expendedoras de bebidas y alimentos. Son máquinas más atractivas que las antiguas, de colores vivos, aunque tematizadas con los slogans corporativos, para que no olvidemos la actitud que se espera de nosotros. Una serie de actores guapos y estupendos nos lo recuerdan con una sonrisa abierta y vacía. A fuerza de leer lo increíblemente buenos que somos mientras nos tomamos el primer café de la mañana, es posible que alguno termine por creer el ello. Debe ser eso, pues no entiendo de otra forma la inversión económica en algo así.
La cosa no se queda ahí. Las nuevas máquinas ofrecen artículos muy diversos. Bollería industrial y chocolatinas. Sándwiches variados. Los hay hasta de pan de pita, porque está más de moda. Tenemos incluso una máquina que exhibe a través de una ventana circular un cargamento de naranjas, y que por la módica cantidad de 80 céntimos exprime un par de ellas para disfrutar de un zumo recién hecho y sin pérdida de vitaminas. Qué suerte para la empresa que el naranja también sea un color corporativo. Se ha ahorrado un color para el mensaje correspondiente.
El café se puede tomar 100% natural o en una cuidada mezcla con torrefacto, para los que gustan de las experiencias un poco más fuertes. La selección de bebidas incluye refrescos isotónicos (por aquello de apagar la sed del esfuerzo realizado por el pasillo) y todo tipo de variaciones "light", para aquellos a los que el sedentarismo o la obsesión les asusten a enfrentarse al azúcar.
Las nuevas salas de café están debidamente insonorizadas, aunque estratégicamente acristaladas hacia la zona de trabajo, para que todos puedan ver quién es más y menos aficionado a las dichosas maquinitas. La presencia de un par de mesas con algunas sillas puede convertir ese acto espía en todo un catálogo de actitudes y actividades. Eso sí, la insonorización asegura la confidencialidad de las conversaciones.
A todos los empleados se les equipa con una tarjeta-monedero recargable en las propias máquinas expendedoras y que no resulta de mucha utilidad, pero que transmite una extraña sensación de dominio y eficiencia.
Cada mañana acudo a ese mínimo espacio donde todo parace estar hecho para la elección. Rebelde con respecto a mi nueva tarjeta, aguanto los 50 centimos con fuerza en mi mano. Cualquier producto que elija va a saberme casi igual. Pero soy consciente de que es la única elección que voy a poder tomar en toda mi jornada laboral. Los que toman las decisiones de verdad saben que estos pequeños márgenes contentan a la mayoría. A lo mejor un día de esos, hasta lo consiguen conmigo.
La cosa no se queda ahí. Las nuevas máquinas ofrecen artículos muy diversos. Bollería industrial y chocolatinas. Sándwiches variados. Los hay hasta de pan de pita, porque está más de moda. Tenemos incluso una máquina que exhibe a través de una ventana circular un cargamento de naranjas, y que por la módica cantidad de 80 céntimos exprime un par de ellas para disfrutar de un zumo recién hecho y sin pérdida de vitaminas. Qué suerte para la empresa que el naranja también sea un color corporativo. Se ha ahorrado un color para el mensaje correspondiente.
El café se puede tomar 100% natural o en una cuidada mezcla con torrefacto, para los que gustan de las experiencias un poco más fuertes. La selección de bebidas incluye refrescos isotónicos (por aquello de apagar la sed del esfuerzo realizado por el pasillo) y todo tipo de variaciones "light", para aquellos a los que el sedentarismo o la obsesión les asusten a enfrentarse al azúcar.
Las nuevas salas de café están debidamente insonorizadas, aunque estratégicamente acristaladas hacia la zona de trabajo, para que todos puedan ver quién es más y menos aficionado a las dichosas maquinitas. La presencia de un par de mesas con algunas sillas puede convertir ese acto espía en todo un catálogo de actitudes y actividades. Eso sí, la insonorización asegura la confidencialidad de las conversaciones.
A todos los empleados se les equipa con una tarjeta-monedero recargable en las propias máquinas expendedoras y que no resulta de mucha utilidad, pero que transmite una extraña sensación de dominio y eficiencia.
Cada mañana acudo a ese mínimo espacio donde todo parace estar hecho para la elección. Rebelde con respecto a mi nueva tarjeta, aguanto los 50 centimos con fuerza en mi mano. Cualquier producto que elija va a saberme casi igual. Pero soy consciente de que es la única elección que voy a poder tomar en toda mi jornada laboral. Los que toman las decisiones de verdad saben que estos pequeños márgenes contentan a la mayoría. A lo mejor un día de esos, hasta lo consiguen conmigo.
16 comentarios:
Que privilegiado!! ¡¡¡Con café torrefacto y todo!!!
Me ha extrañado que tu empresa no haya tomado estas "medidas" antes... En la mía es similar e, incluso, en las oficinas tienes paredes acristaladas en las que se ve todo todo y te hace añorar el aire acondicionado o la calefacción (según la temporada)
Ains...
Pero, desde luego, lo mejor es lo que dices, la decisión...
todas esas medidas están perfectamente estudiadas, y lo que más asusta es que funcionan a la perfección. en general somos predecibles y manipulables.
por una parte es triste, por la otra es un alivio...
El lunes cuando llegamos nosotros también teníamos maquinitas nuevas, una de líquidos y una de sólidos.
Desde entonces he probado 3 o 4 variaciones de cafés distintas, 100% café y el que no es 100% café (que a saber lo que será) y saben todos exactamente iguales.
He de averiguar que es el Mocachino y probar el capuccino de avellana.
¡¡Qué decisiones más difíciles!!! si al menos tuviera una silla donde sentarme y una cristalera para mirar a los demás...
Abracitos :D
El mocachino es capuchino con cafe o algo asi creo recordar Nat... Y encima me pongo a contestar en un blog que no es el mio... Lo mio si que no tiene remedio...
Recuerdo que en mi facultad habia alguna, y como le robabamos a la maquina... desde minibrazos de gitano a palmeras de chocolate. El cafe (si es que a aquello se le podia llamar cafe) si lo pagamos... 8 duros (que antiguedad) y dolor de barriga asegurado para dos días.
Un buen día las maquinas desaparecieron. Fue entonces cuando descubrimos que perder parte de la clase andando al kiosco de la facultad de al lado y que se montara una cola cuando Migue elegia las gomitas una por una como si fuera un niño pequeño no estaba tan mal. (que frase más larga... dios)
No dejes que te contenten. No con cosas así. :)
¿nunca te has preguntado donde vacian las limpiadoras el agua del cubo de la fregona? Pues en la máquina de café asi q no bebas mucho por tu salud!!
Besos!
PD1: No sé pq al leer tu post me imaginaba a Camera Café y la Cañizares correteando a tu alrededor!
PD2: Tanto te extraña verme por tu blog? Si en el fondo a mi la cultura me interesa. Creo q ya todo no me da igual
Besos con sabor a Fanta de esa nueva
que voltar a este espaço, a este David, a este contar do quotidiano...
ji, ji, ji, tenías que ver como es la cafetería de mi trabajo.La que se encarga de todo, sólo hay una señora, está "quemada", y todo lo quema, además su estrés lo va dejando por ahí(perdiendo pelo y hablando sin parar)y tú te lo vas "tragando". Pero así no nos entretenemos y en veinte minutos ya estamos de vuelta. Es política de empresa.
Tudo está montado para que nos dê a sensação c'est mon choix mas as grandes decisões são tomadas por outros no silêncio dos demais. Detesto as maquinetas mesmo as mais modernas, não dão um sorriso nem mostram "mau" humor; apenas os mesmos botões onde carregamos. Mas sentimo-nos contentes quando funcionam... que quotidiano!
Parece todo muy calculado. Pero se de cosas peores. En las oficinas centrales de mi superbanco han puesto pantallas de plasma gigantes junto a las maquinas de café. Mientras "eliges" libremente, escuchas mensajes publicitarios acerca de lo maravilloso que es trabajar allí.
= 1984 =
martini
hombre, privilegio, privilegio... pues no sé qué te diga...
Besos.
Gatchan
Es todo mucho más sutil de lo que imaginamos... no somos conscientes de en qué medida ésto (que nos puede parecer una perogrullada evidente) es en realidad así... y lo peor es que en general funciona.
saludos... nos vemos, no?
Nat
A mí la cristalera me intimida... me da no sé qué ponerme ahí a comer fernte a los demás que están trabajando... total, pa tomarte algo que sabe igual que lo de al lado...
Besitos
luigi
eres un fresca.... Sí, el mocaccino es una especie de capuccino, pero con chocolate líquido... El migue cada día me parece más un personaje... no tanto ocmo tu, pero a la zaga... Muchos besos, guapo.
Quijote
no, no, no, no... las máquinas las veo yo recargar cada mañana con productos que vienen empaquetados y que me dan cierta confianza... eso sí,el agua que conectan a la máquina en realidad no puedo jurar de dónde viene. LA próxima vez que nos veamos, te invito a uno, pero expresso rico... Te da igual??
(y sí, esto es un poco como la camera café... pero a mí no me persigue nadie)
Besos fanteros.
Luis.
o quotidiano, no facto de estar presenta no dia a dia, tem mais importância da que pensamos...
Um beijo
Yoffi
Ya, supongo que en todas las oficinas hay una "de esas"... por eso yo muchos días prefiero tomar el café solo.. aunque ahora con lo de la vidriera hacia la zona de trabajome da un pcoo de cosa estar ahí solo... pero me armaré de valor y lo haré igual... He dicho. Gracias por la visita y el comentario... Y besos.
Antonello... Tens razão... eu também não gosto... mas, não há outra escolha, só temos maquinetas... é treste, não é?
Um abraço
Alfredo...
en mi empresa no hay que irse a ninguna oficina central... las pantallas de plasma las tienes en todas las salas de café de todas las plantas, y emiten esas mismas imágenes enlatadas de lo geniales que somos... Además de en pasillos, halls de entrada... cuando uno se vuelve a casa no puede evitar sentir que hay imágenes y mensajes que se han grabado por diferentes partes del cuerpo... 1984 sólo fue el principio... ya se han superado...
Un beso
pero la libertad siempre explota
y viaja corporea o transparente
muda o en estereo
hacia la ventana por la que entra el aire
como las moscas
y acaba encontrando el resquicio
para salir y volar
aunque sea en alas de la imaginación
o del pequeño acto de rebeldía
de seguir usando las monedas que se acumulan en los bolsillos
cuando uno tiene alas
y antenas
siempre esa capaz de encontrar el camino del aire
Yo lo flipo. Hombre, si mi empresa me diera una tarjeta-monedero, ten la seguridad de que sería una medida que "contentaría a la mayoría". Sin duda. Porque la mayoría vería en ella una medida para compensar, en unos céntimos, la sangría a que se somete al personal con horas extra no remuneradas, no reconocimiento de la categoría profesional, etc.
¿Sabes? Alguna vez he estado tentado, por ejemplo, de no ir a la cena de Navidad. Sin embargo, hay dos razones para no hacerlo: una, no tengo cojones de señalarme delante de todos (siendo el único, además), y dos, es el único día del año qeu podemos comer a costa de. Así que me volveré a aputnar a la próxima.
Sólo es cuestión de tener claros los porqués. Y los míos son estos.
Besitos, figura.
Veo que vamos a tener que hacer todavía una buena labor para conseguir lavarte definitivamente el cerebro. Tienes que ser consciente de una vez de que la empresa todo lo hace por tu bien, que únicamente busca tu satisfacción personal, porque todos sabemos que lo importante son las personas, aunque lo que de verdad nos llena en la vida es el trabajo.
Perdona Vulcano! estaba un poco perdido, el post de Eurovisión no te lo puedo comentar porque en el ordenador de la Administración no se pueden oír canciones ¡así que sería un contrasentido! y los vídeos se visionan mal, y el de las letras gallegas ¡pues tú dirás!, pero bueno he descubierto este post y ¡por fin puedo comentarte!.
Niño a mí me pasa una sensación curiosa cuando vislumbro esas máquinas expendedoras, y por ende cualquier artilugio con luces y decoración llamativa, me da la sensación de que nuestra vida es artificial; ya sé que es un poco rara esta sensación pero las luces llamativas, las decoraciones escandalosas (tipo navidad), las luces de neón me crean sensación de vacío, de que en el fondo en esta sociedad y en la vida en general todo es cuestión de aparentar, de llamar la atención y para eso vale todo, los valores, lo realmente importante ya no cuenta, lo importante NO ES QUIEN SEAS sino LO QUE APARENTES y puedan los demás llegar a creer.
Esas máquinas ultramodernas, de tecnología punta muchas veces me crean esa sensación de pérdida, de que la sencillez de las cosas se está perdiendo y se va sustituyendo por un espectáculo rocambolesco, a mí por ejemplo me gusta irme a tomar un café en una cafetería, con mis amigos, una cafetería salpicada de humo, de griterío, de jaleo, de jarras de cerveza, de camareros agobiados, de bullicio, en un ambiente distentido, el hecho de que te pongan esas máquinas te aleja de ese ritual, y lo que antes era un mecanismo de escape, por irte del sitio y cambiar de escenario ahora es lo contrario, porque te obliga a estar en el mismo sitio y no desconectar, a veces, para variar eso me hace sentir solo.
Es curiosa esa sensación de soledad que uno siente por dentro entre luces de colores, letreros de neón, y un escenario tipo las VEgas que intenta representar lo contrario, la felicidad, la plenitud de la vida, sus colores y que lo único que hace es incrementarla.
Siento rallarme, niño. Me haces divagar, y en tus post siempre encuentro un camino, una senda hacía alguna de mis emociones, o hacía alguna de mis sensaciones a las que siempre metes mano sacándolas a flote ¡por eso me gusta tanto tu blog!.
Así que ¡ya sabes que hay una cafetería virtual sin tantas lucecitas a la que puedes venir cuando quieras!. xdd.
y seguro que os controlan ...quien come sólidos, ...quien le da al chocolate, al café o zumo, quien está más de diez minutos en la mákina. las máquinas como nuevos vigilantes. estamos supercontrolados...
...y seguro que no tenéis smoking room, claro, se pierde efectividad. ...tiempo es dinero.
es esto la modernidad?
un abrazo.
me ha encantado el último mensaje que me has dejado.
Una nueva forma de control, sutil y cancerosa, bajo el aspecto de todo por el trabajador.
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