14 de agosto de 2007

La belleza de la brevedad


Son las flores de los cactus de mi casa. Nacen como un tallo terminado en un pequeño bulbo que se eleva por encima del cuerpo. Durante muchos días va creciendo y engrosando, irguiéndose hacia el sol poco a poco. De repente un día se abren. Tan súbitamente que si uno es cuidadoso y acontece que esté cerca, casi puede escuchar su corto crujido al hacerlo. Se abren, y son así de bonitas. Pero (alegorías de la naturaleza) tienen una breve existencia... Tan sólo unas horas. Menos de un día y ya se mustian, se doblan y caen, ya cerradas, sobre las espinas de su madre.
Ayer noche, se abrieron cinco a la vez. Ya estaba oscuro y ni la lluvia de las Perseidas ni la tenue luz de mi terraza fueron suficientes para poder contemplarlas bien... Es duro que su belleza sea tan breve. Quizá por ello su esplendor es tan radiante, tan blanco, tan tentador.
Es un blanco que me ha acompañado toda la mañana, aunque no haya sido hasta esta tarde en la piscina cuando me he dado cuenta que no les he prestado atención a la hora de la comida. Ha sido al ver el horizonte de nubes espesas que se cernían sobre la sierra, como presagiando algo. Eran tan blancas que me han hecho recordar la belleza de las flores de mis cactus. Eran también extrañas y voluptuosas, como las horas de este verano que nos visita: ardiente sin ser tórrido, procaz, pero de manera velada. Un verano que ha entrado sigilosamente, fragmentando rutas y deseos, barajándolos a su antojo para trazar un mapa de sigilo y estupor, de confusiones frente a las señales, de pérdidas impalpables y encrucijadas que pasan desapercibidas. Mientras, las salamandras, las únicas que lo saben todo, observan desde el borde. Me observaban a mí también, antes de zambullirme, como sonriendo, como susurrándome mientras trepan por los muros acariciando sus pieles opacas.
Splash...
La masa de agua siempre me protege y me acaricia, como dedos de sirena dispuestas a besar la extrañeza que se disuelve lentamente bajo mi piel.
Entonces ha surgido de la superficie, rasgando la onda que su brazo levantaba al nadar. Lo hacía rápido, maquinalmente, como sin respirar. Al detenerse a dar la vuelta me ha mirado un segundo, con fijación, como intentando llegar al fondo de mi pensamiento. Y entonces ha ido hasta el final, nadando sin tregua, y ha vuelto. Y al girar de nuevo, me ha vuelto a clavar el fondo de esos ojos oscuros. Y yo he comenzado a nadar también, desorientado, atolondrado entre la espuma de los bañistas, y él que surcaba el perímetro como una flecha, que dejaba exponer su piel sólo un instante a mi mirada, que me perseguía una y otra vez, que me devoraba con sus dedos breves mientras abrían el agua. Y yo que me dejaba perseguir, aún en la extenuación.

Cuando he salido todo me daba vueltas. Al caer sobre la toalla, el cielo parecía acercarse peligrosamente. He sentido todo moverse, como si la tierra girase más veloz que nunca. Me he agarrado con fuerza al césped, como para no caer de este verano que me sacude cuando menos lo espero. Entonces lo he visto, saliendo del borde sobre sus brazos, despacio, tan despacio que detenía el aire a su paso. Y se ha dirigido a la ducha, abriendo con un impulso rápido el grifo, hasta el final. Y la lluvia de finísimos y potentes hilos ha caído sobre su piel, y al estrellase en ella ha levantado una gran nube de agua ingrávida que le ha borrado un instante. Entonces, el mismo viento caprichoso que sigue reteniendo las nubes (observo que comienzan a ser negruzcas) la desplaza suavemente hacia mí, rozándome apenas. Y yo la veo pasar. Y es todo como en un sueño, como en una película. Y al pasar él junto a mí, el frescor de su cuerpo perfecto me invade, pero su mirada me abrasa, y yo siento que me mareo. Una vez más. Y debo agarrarme al césped de nuevo, porque todo se inclina. Porque su mirada no es sólo su mirada, son todas las miradas. Son todas esas palabras forradas de silencio de estas semanas, y es tu mirada esquiva y tu mano sobre los labios, como distraída, y es tu miedo y el mío, y ese tren que partió sin mí, y es tu abrazo fuerte y todas esas caricias que no he llegado a darte, porque mi mano se paraliza.
Y entonces todo da más y más vueltas. Y ya ni el césped evita mi vértigo... De repente, me acuerdo de mis flores, a punto de marchitarse. Y algo me dice que necesito huir rápido, que debo cruzar la ciudad salpicada de sombras y correr hasta ellas. Correr como si huyese. Igual que si huyese de este verano raro del que en realidad estoy prendado. Llego aún con la prisa sobre los dedos, con el temblor en la mirada y en las sienes. Y ahí están, breves y perfectas, blancas, bellísimas justo antes de morir, reservando su última perfección para mí. Y así, sin saber entender porqué tiene que ser así, me quedo frente a ellas, pensando que me gustaría poder detener el tiempo para que no se acabasen, para que no se acabase nunca este verano, para que nunca dejasen las rutas de esconderse, y nosotros de perder la consciencia de ellas y entregarnos a lo efímero desde la eternidad.

23 comentarios:

salva dijo...

¿Y qué te comento?, al leerte me he sentido como si fuera una coctelera humana y al agitarme con tus palabras muchas emociones que bullían en mi interior y que han sido despertadas luchaban por salir, no sé si tendrán que ver o no con lo que escribes pero lo importante es que tus palabras las han despertado.
Leer este post me ha recordado a un relato de Lucía Etxebarría que leí hace tiempo donde describe a una chica que iba a nadar cada día a la playa y cada vez que lo hacía sentía que el mar era su amante y hacían el amor.
Me ha recordado una sensación que me invade cada vez que me voy a una piscina o a la playa y es la necesidad de zambullirme en el fondo y bucear, siempre me ha fascinado el silencio (al que hacías alusión cuando describías tu viaje por Sicilia), la quietud, la lentitud del tiempo, la belleza que se esconde debajo de la superficie del agua, como cuando necesitas huir de tus problemas y vaciar la mente y te zambulles por debajo de la bañera para perder el mundo de vista.

La belleza como las flores del cactus es efímera, como también lo es el brillo de una mirada, el sonido de una sonrisa sincera, las palabras que la describen y te hacen partícipe de su espectáculo.

Muchas de las cosas que nos rodean son efímeras, y esa sensación de fugacidad a veces me provoca desasosiego,consciencia de que el tiempo se escurre como arena por mis dedos y de que se me va la vida pero otras simplemente me limito a contemplar su espectáculo, su esplendor y deleitarme sin pensar en nada más que en la belleza en sí, y a veces pienso que merece la pena vivir por poder ser espectador silencioso de la belleza.

Ains! estas cosas que me salen xdd.

Anónimo dijo...

dos posts en uno. estás prolífico.

este verano parece que se centra en las brevedades. momentos que aparecen y se van y hay que fijarse en ellos durante el poco tiempo que duran para así disfrutarlos.

ay, esas salamandras que lo ven y lo escuchan todo...

me gusta cómo describes y vives esos momentos de intensidad.
un beso.

José L. Serrano dijo...

precioso escrito, gracias

QuijoteExiliado dijo...

Si no fueran tan efímeras seguro q no les haríamos tanto caso!!

Anónimo dijo...

Hola, tu entrada me ha llenado de una melancolía blanca, como tus flores: escribes muy bien. Saludos de verano...

Anónimo dijo...

Bellísimas esas flores de cactus, me ha dado envidia el relato y sobre todo me ha parecido precioso el crujido que se oye cuando la flor brota del tronco espinoso... mmmm sin palabras.
Salud y Libertinaje

Azul_oscuro dijo...

Verano.y flores que se marchitan pronto. parece que por primera vez estamos metidos de lleno en un verano diferente y especial por el que nos dejamos acariciar y envolver...
Que raro todo.
Quizás la semana que viene al verte entienda todo un poquito mejor. Quizás no las flores, pero seguramente el cactus si que le dedique un ratito de contemplación.
Besos

Luís Galego dijo...

depois de ter escrito sobre Mrs dalloway e a sua vontade de comprar flores, entro aqui no teu canto e as flores abrem-se e as tuas palvras escritas também.

Darío Zetune dijo...

Excelente texto, en verdad, hace justicia al tema que trata: es un texto bellísimo.

La conclusión también. De alguna manera, la flor siempre ha simbolizado la fragilidad y la brevedad de la vida en general y la vida humana en particular. Somos jóvenes, somos bellos y lozanos como las flores que se abren por completo, pero llega el momento de marchitarse, de arrugarse: el esplendor se ha ido, pero en el caso de los humanos, la pasión por el infinito pervive.

No lo perdamos.

Un saludo desde Ciudad de México.

Sergio.

Martini dijo...

Si es que dejas a uno sin aliento...

David dijo...

Tú también con las plantas... Me hubiera gustado ver las flores. En realidad me gusta tu terraza, incluso sin ellas.
Un beso.

senses and nonsenses dijo...

la insoportable levedad de la belleza, breve, efímera, para que no duela. para que su contemplación no sea insoportable.
...si es que encima mira cómo tienes las plantas. eres una joya.

el relato de la piscina, con muy poco, es muy caliente: sólo resistible a estas horas que empieza a hacer un poco de fresquito. hoy ha sido asfixiante, la gente por la calle se escrutaba con deseo y curiosidad. intentando atrapar esa belleza de un cuerpo, de una mirada, de un deseo.
...también he regresado mareado a casa.

un beso.

Anónimo dijo...

flores que se abren como los labios anónimos en los bares de algunas -esta- madrugadas para no recordar, o tal vez para eso, para sí recordar, para sangrar en ellos el silencio, para acercarse, acorrolarse entre los cubos de basura, para dejarse caer sin sentir que se cae, o sintiéndolo a pesar de su riesgo, a pesar de..., sintiéndolo

Anónimo dijo...

Lo bueno de aquellos momentos que se nos hacen eternos es precisamente el contrapunto de aquellos que se convierten en un suspiro.
Que bien me sentó hablar contigo la otra noche, guapo. Y que ganas de verte...

Javier Herce dijo...

Muchos posts de flores veo yo en los blogs, jejejejeje. Yo es que no son nada de plantas.

Humo dijo...

Ay que os pasa con las plantas por dios. ¿Vais a montar una floristería o algo así? Yo sólo tengo tres y una se me está quedando calva, qué pena da la pobre...

Javier dijo...

Es bastante difícil hacerlas florecer, y tu lo has conseguido.

Vulcano Lover dijo...

Salva...
y qué contesto yo a tu comentario?? Siempre detallando con tanto cariño todo lo que mis palabras te sugieren... qué me sonrojas y que eres un solete.
besos

Gatchan
Sí, hay que aprovechar esos momentos... Y hacer que sucedan esos otros que siempre se quedan al límite de que sucedan
Cuídate... ya te echo de menos :-(
Besos

José l serrano
Pues... quedamos para el canollo, no???
Besos.

Quijote...
Es posible, es posible... es la conciencia de la brevedad la que sa sentido a tantas cosas... a la vida misma.
besos y fanta

gwathadan
Gracias por la visita y el piropo... Bienvenido ;-))
Besos

Gatito...
sin palabras, sin palabras, eso... los gatos mejor nos escrutamos con la mirada.
besos gatunos y roce de hocicos.

Azul...
Un verano diferente... en realidad, todos los veranos son diferentes... porque en el fondo son como una pequeña vida independiente que nos nace cada Juni y se termina en septiembre... no??
Claro que sí... tengo muchas ganas de que por fin vengas a mi terraza con luigi...

Luis
Sim... a vida destas flores é tão curta como a narração da Woolf... Obrigado pela visita. Contente de te ver de novo. beijos.

sphoenix
Muchas gracias... un saludo grande allá hacia DF, dsde Madrid.
Besos.

Mart-ini...
sin aliento... anda ya...tú lo que querías era pillar al de la piscina, que te conozco :-P
Besos, guapo.

David
Este año están saliendo muchísimas flores de los cactus, es increíble... llevan brotando como 3 meses sin parar... con que vengas con la frecuencia de últimamente, seguro que alguna pillas... Sino te aviso yo. Aunque sé bien que lo que más te gusta de la terraza son las salamandras... al anochecer.
Besos

Senses
Ya sabía yo que lo del chico de la piscina te iba a gustar... (nos vamos conociendo)... En fin lo de las plantas... ejem ejem... un día te cuento el secreto.
Besos.

Risk
Estas cosas siempre son sintiéndolas, siempre. El sentimiento atraviesa el silencio con facilidad, y nunca dejó de perder intensidad. Las noches de verano dan buena cuenta de ello, no te habías dado cuenta? Por ello, y por extraño que parezca, no quiero que se acaben...

Ennis...
A mí también me encantó hablar contigo... Ya sé que soy un poco antiteléfono, pero a ver si hablamos más a menudo... Besos, esperando que vengas prontito ya. (sí, hacemos 1 año, cómo pasa el tiempo, no?)

Javier
con lo nervioso que eres no me extraña que no seas de plantas... para las plantas hay que tener mucha paciencia... pero seguro que las mías te gustan... Cuando estás ya por aquí, seguro que ya andarás con más tiempo para venirlas a ver a casa.
Besos.

Humo.
Qué sorpresa tu visita, guapo... no sabía que te gustaran estos blogs así más serio-coñazo... Ya verás como muy prontito tus plantas se vana a recuperar... El otro día se me hizo corto, a ver cuándo coincidimos de nuevo.
Besos.

Pe-jota
Ya has vuelto??? qué rápido, no???
Pues las de mi casa no paran de echarlas, no sé cómo ni porqué..
Besos, me alegra verte ne nuevo.

luigi dijo...

En mi cocina languidece una albahaca. Un cactus recien sembrado morira cuando este bastante grande. El papiro tiene las hojas un poco fritas, como el helecho enano que compre en ikea por un euro. La que compre en las oportunidades de ikea sobrebive, y esta empezando a tener nuevas hojas... Y la hiedra, preciosa como siempre, casi no me deja ver el bote con las cucharas de madera.
Por lo demás nada de flores. Bueno si, una vara de nardos que compre el otro dia y que da olor a todo el salón.
Ni piscina, ni terraza, ni nubes. Y mucho fresquito. Este verano me encanta.
Un beso guapo!

Pretender dijo...

Me quedo sin palabras, un texto precioso. Algunas veces uno desearía que se detuviese el tiempo para poder aprovechar determinados momentos con más intensidad, pero el tiempo es efímero y no se detiene somos esclavos de el, por eso hay que aprovechar cada instante al máximo.

Saludos

un-angel dijo...

Seré breve: precioso. Un beso.

Fenjx dijo...

tienes un don
encerrado en dedos efímeros
que pulsan palabras
que ni van al aire
ni allí donde arraiguen
se marchitarán

la belleza de las cosas efímeras
aprende uno a apreciarla cada vez más con el paso del tiempo

dicen que los dioses nos envidian
por nuestra mortalidad
una rosa de plástico
no es bella

Bertix dijo...

En casa de mis padres, hay un letrerito en la cocna que pone "lo bueno si es breve, dos veces bueno".

Precioso escrito el tuyo.