Concebida como remake de la setentera "Fingers", de James Toback, uno de esos filmes de culto que debo reconocer que no he visto, Jacques Audiard me ha casi sorprendido con la última realización suya que ha llegado a nuestras pantallas (veo en internet que este año ya ha estrenado un nuevo proyecto). De latir, mi corazón se ha parado. Y ciertamentente consigue, quizá no pararnos el corazón, pero sí zarandearlo violentamente, obligandonos a resguardarlo de la despreciable galería de personajes que, ya en la primera media hora de metraje, nos impone un lienzo inicial fuertemente incómodo de contemplar. Audiard consigue hacernos retorcer en el sillón, porque no deja espacio ninguno para el optimismo en un inicio sin concesiones en el que un conjunto de impresentables y miserables individuos encabezados por un impresionante Romain Duris, nos sumergen en el inquietante y descarnado mundo de los bajos fondos inmobiliarios de París. Un París que se nos dibuja profundamente sórdido, oscuro, vil e inhumano. Audiard es un maestro para dibujar personajes en pocas escenas, y así, con relativa brevedad, nos disecciona con preciso bisturí estos personajes que desde su aparición consigue hacer profundamente antipáticos al espectador, pues están desprovistos de las más mínima humanidad y resultan absolutamente rastreros en su ejercicio de devorarse unos a otros en un escenario desalentador y carente de moralidad y principios. Inmerso en esta absorbente realidad, nuestro protagonista Tom (Romain Duris), encuentra una posibilidad de vida que, de repente y por casualidad, toma realidad: seguir la carrera de su madre muerta, concertista de piano. Y así, en la película comienzan a iluminarse rincones de humanidad. Audiard, a pesar de conseguir mantener cierta frialdad con respecto al protagonista, comienza a dibujar contradicciones en él, y acierta a la hora de transmitirnos ese terrible peso de la duda de la elección de vida, del que Tom no es realmente consciente, pero que opera en él de forma demoledora. La obsesiva preparación de su audición no encuentra reflejo en una reflexión de su modo de vida, que poco a poco e inevitablemente, va acercándolo al caos y a un choque profundo de su recuperada inquietud por el piano con el resto de su vida, representado de alguna forma por su padre, un brillante Niels Arestrup que en este fresco de lobos parisinos ocupa un lugar privilegiado y que, de alguna forma es el que ha inspirado la vida de Tom hasta ese momento.... El enfrentamiento personal con el significado de su padre en su existencia, va a ser, pues, también inevitable.
Al final el destino juega y se produce la colisión... Y aquí me parece que es donde falla Toback, pues en el fondo rehuye el choque, en una elipsis que salta a un futuro en el que un Tom aparentemente reformado se nos descubre aún demasiado encadenado a su pasado y prisionero de unas heridas que desatan una más que oscura perfidia. Lo encontré algo descafeinado como final. Creo que un final abierto en el que el regusto de la maldad se quedara en nuestras bocas hubiera estado más en consonancia con el tono de la película, que se merecía un final más al estilo del Chabrol. Pero Tobak, a pesar de sus aciertos, no es Chabrol, claro. De todas formas la película es altamente recomendable y a pesar de incomodarnos profundamente, la maestría del director y el impecable trabajo de un Romain Duris que en cada película es más grande (algo que comencé a intuir tras su papel en Exils), nos dejan más de 100 minutos de interesante reflexión de la vida y de su lado más caníbal, y, por supuesto, de buen cine, que es de lo que se trata.
5 de junio de 2006
Lobo parisino, ma non troppo.
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5 comentarios:
Uno de los principales aciertos de la película desde mi punto de vista reside en la forma en que se nos muestra la música como una pasión, como algo misterioso que obsesiona al protagonista y que podría redimirlo y liberarlo de su vida oscura. La grieta que se abre en ese mundo de violencia y huída irreflexiva hacia delante deja lugar para el optimismo, la semilla de la madre deja espacio para la esperanza. Al final es una película sobre la elección, sobre la libertad, sobre la responsabilidad, difícil pero posible. Aunque como dices no se aprecia una reflexión consciente sobre el modo de vida, sí hay un despertar, el protagonista escucha una voz interior que estaba dormida, y no hace un viaje racional sino un descubrimiento más bien emocional de su yo profundo... También me gusta cómo se presentan el arte y la búsqueda de la belleza como redención, como camino, como salida posible en medio de las ruinas, de la sordidez...
soy victor. Yo tambien vi la peli, pero debo decir que aunque apaisonante a ratos, no termina audiard ( que no toback) de dibujar de modo lienzo. ¿ o es que da igual lo que pasa con su historia de amor? ¿ y que decir de su amigo el inmobiliario). La parte musical es la mas acerada, junto con la inmobiliaria, pero la sensacion final es de potencial frustrado. Que buena peli hubiera podido ser. Y un voto para romain duris como heredero de depardieu coo mito actoral frances ( apres auteil bien sure). Besos
Al final como que me entran ganas de tomar un avión a España solo para poder verla!!! jejeje!! Llegará a NY? Chi lo sa? Llega algún cine europeo aquí, pero no todo... tocará esperar al DVD, quizás...
Ah, y me quedé con ganas de oirte comentar sobre otros personajes...
Besotes...
Ay, querido Nuwanda, tú siempre tocando ahí donde no se debe... Ya sabes que los detalles escabrosos de los personajes (de la vida real y de la del cine) te los doy siempre en "privé"...
La película, de todas formas, es del año pasado y ya existe en DVD en amazon... lo digo para empedernidos consumistas del séptimo arte, como tú...
Gracias por tus palabritas, anyway... Un beso muy fuerte, nene
Víctor... bueno, ya sabes que, como siempre, discrepamos algo... De acuerdo en lo de Duris, realmente está teniendo una carrera meteórica como actor, y, auqunque los personajes no tengan nada que ver, ya lejos queda aquel (sin embargo) cercano Romain Duris de "L'auverge espagnol"... Esperemos que siga así. Como te comenté, para mí las otras historias y los otros personajes no necesitan más aparición pues desde mi punto de vista con circunstanciales, y accesorios y Audiard, con las breves apariciones que les dedica, los dibuja con una precisión que hace innecesario abusar más de él... Es verdad que algunas historias, como la de la esposa del colega o la propia historia suya de amor, quedan salvajemente interrumpidas (y omitidas) por la elipsis inmensa de la película al final, es posible que un poco más de desarrollo hubiese aclarado algunas cosas antes del gran salto, pero supongo que de esa forma el director ha querido subrayar un cierto tono de inquietud en el final, que, claramente, no consigue... EN fin, estamos en las mismas, el final, que no convence...
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