30 de agosto de 2006

Enigmático Adriático.


"La idea del amor es impensable sin el mar del que nació, fecundado por los genitales de Urano, a quien castró el hijo de Kronos con la guadaña. Se podría creer, si atendemos a una etimología desenvuelta, que es el tiempo, Cronos, el que mutila el cielo, el infinito, haciendo caer de él un fragmento en el mar, que junto al amor, es un eco del infinito y un desafío al tiempo. La etimología es falsa, pues Kronos, la divinidad que derroca al padre de Urano, no tiene nada que ver con Cronos, pero de vez en cuando nos gusta llevarnos una concha al oído y simular que el rumor de aquel vacío es el mar. No es, sin embargo, tan vacío, pues basta levantar la vista y el mar está ahí delante, inagotable e inexplicable. Marisa sale del agua -la primera vez, la centésima; cada verano es único e irrepetible, uno tras otro desfilan como las cuentas de un rosario, el tiempo las redondea como piedras en la playa, entre uno y otro se abre un infinito."

Claudio Magris.


Leo estos días un bonito ensayo de Claudio Magris, que comencé este invierno y dejé casi al inicio. Ahora lo he retomado con fuerza y estoy buceando en él con cierto placer. Se llama Microcosmi (Microcosmos) y se divide en diferentes capítulos, en los que el autor trata de dibujarnos diferentes pequeños universos del Norte de Italia en los que las continuas divisiones nacionales y el pasar de poderes gobernantes con diferentes culturas e identidades nacionales, han supuesto un continuo trasiego y mezcla de lenguas, costumbres, nombres, formas de pensar, etc, que han durado hasta prácticamente nuestros días. Ello ha propiciado que en estos lugares se hayan creado microcosmos humanos, formas absolutamente únicas y excepcionales desde las que enfrentarse a la vida a pesar del cambiar de gobernantes, idiomas y ejércitos que sobre ellos han intentado dibujar una forma determinada de ver la realidad.
Magris parte de la vivencia de personajes anónimos y escritores locales para mostrarnos una imagen absolutamente conmovedora de cada uno de estos microcosmos, a través de las palabras, de los recuerdos, y de la poesía. Estoy disfrutando mucho con él, y aprendiendo mucho de lo que es una conciencia propia, determinada por el lugar en el que uno ha nacido. Al final, uno no puede sino llegar a la conclusión de que cuando el lugar de origen ha sido muchas cosas, y nuestros vecinos también, por un lado perdemos una referencia clara del poder, de la autoridad, de la identidad como nacionalidad, pero por otro ganamos una libertad extraña que (curiosamente en esos lugares) ha sido inspiradora de un florecimiento literario bastante fecundo.
En el caso del extracto que os he copiado, traduciéndolo directamente del italiano (espero haber hecho una traducción decente) Magris nos habla de las Islas adriáticas que están entre la península de Istria y Fiume (actual Rijeka, en Croacia). Antigua región de recreo estival de la aristocracia centroeuropea, estas tierras han sido muchas cosas, pero resumiendo, en el último siglo, a saber: Italiana, después Yugoslava y finalmente Croata

En ellas se mezcla la arquitectura veneciana, la influencia austro-húngara, el influjo cosmopolita de la aristocracia centroeuropea, y la confrontación de población de origen fundamentalmente italiano y eslavo.
La Marisa del extracto es Marisa Madieri, la esposa del escritor, y también escritora. Nacida en Fiume y exiliada en Italia tras la anexión de Istria a Yugoslavia en 1945. He encontrado un blog que habla un poco de ella (pincha aquí)

Todo esto que leo, más allá de la poética simbólica de Magris, que riega todo el texto, y que es maravillosa como lectura, me hace pensar en la realidad de difícil identidad de estas tierras, pero que sin embargo nace con fuerza de las personas, de los habitantes singulares, y no de una autoridad o nacionalismo, tantas veces inútil. En España leemos a diario el duro debate acerca del camino que deben tomar los nacionalismos territoriales, que, ciertamente, han sido olvidados y masacrados durante mucho tiempo, pero que a veces enarbolan unos argumentos muy preparados y con frecuencia alejados de la realidad diaria de los individuos de estos microcosmos que habla Magris. En Istria podemos hablar de habitantes exiliados, perseguidos, incluso asesinados, de convivencia de eslavos e italianos que han debido enfrentarse en sus culturas, en sus idiomas, por causa de una serie de identidades nacionales consecutivas que no contemplaban su realidad diaria. Pero han sabido estar muchas veces por encima de eso, sin dejar de crear una identidad absolutamente propia y particular. No, seguramente no hacen manifestaciones ni cometen atentados para reivindicar nada. Quizá no han tenido esa capacidad de rebeldía. Pero por otro lado sí han sido capaces de labrase una identidad cultural real, que con grandes dosis de tolerancia se ha agarrado desde la convivencia a la palabra, al trabajo, a la cotidianeidad, y al mar, a ese profundamente azul mar adriático y a sus veranos consecutivos que, como dice Magris, abren el infinito entre ellos. Creo que algo podríamos aprender, ¿no?

7 comentarios:

senses and nonsenses dijo...

La patria y los nacionalismos no deberían ir más allá de los amigos, como mucho el barrio en el que creces, y el mismo mar para muchos diferentes. El mar como cultura, imprime nuestro carácter, nuestra manera de ser.
Seguimos aprendiendo de ti.
Un abrazo desde el cantábrico.

NaT dijo...

Un post bien cultural :D

Desde esta ventana, abierta a la ciudad, no oigo el sonido que me gustaría y aunque sujeto esa concha a mi oído, sólo escucharé el mar que late en mis recuerdos.

Ayyy, como lo echo de menos, pero se que volveré, siempre se vuelve. El mar nos trae, nos lleva y todos lleamos dentro de nosotros un poquito de él.

Abrazos Volcánicos y besos de espuma de mar

Martini dijo...

Pues si, podríamos aprender algo...

Un beso, hasta la vuelta

Anónimo dijo...

Y que bonito sería poder llevarse el mar en una concha. Me ha gustado mucho el fragmento que has escogido, y el libro del cual hablas parece bastante interesante, me estoy haciendo ya una idea. Claro que es cierto que uno está condicionado por el lugar donde has nacido, pero pienso que lo importante es romper esa condición a través de la cultura. Ahora cada vez más, somos un poquito de todo, gracias al multiculturalismo, las voces que nos llegan de todos lados, y los medios de comunicación, tenemos en nuestro interior condiciones desde Los Angeles hasta Tokio.

Alfredo dijo...

En el absurdo trasiego de los nacionalismos y de las patrias, los individuos sólo pueden perder su verdadera identidad, que es suma de muchas influencias. Un abrazo.

Anónimo dijo...

al final va a resultar que el amor viene cuando más tiene que doler... y ya te contaré. te leo desde finlandia y sigo sin cansarme... menudo més de febrero!!!... por cierto, ya tengo un cometido para tí en la escritura del guión.

NaT dijo...

Aqui... trasnochando... sólo pase a dejarte un beso chup-chup y un abrazo cálido