11 de agosto de 2006

Música contra la violencia.


Ni una palabra, ni un discurso, ni una declaración de intenciones que no fuera la breve que recogía el programa de mano que ni siquiera llegó a todos los asistentes. No hacía falta. Beethoven y su novena sinfonía son más que suficientes para hacernos llegar el más hermoso mensaje de hermandad que el hombre pueda imaginar. Baremboim, más allá de su genialidad como director, con la que coincido a medias, es una persona excepcional, brillante, apasionado y sobre todo comprometido. Un compromiso con la paz en Oriente Medio que ejerce con vehemencia desde hace muchos años en este proyecto de la Orquesta East-Western Divan. Un grupo de jóvenes músicos de Oriente medio, de origen árabe y judío, que se reúnen cada año para hacer música en Sevilla, amparados en un hermoso proyecto de la Fundación de las Tres Culturas de la Junta de Andalucía. Un proyecto, que como el mismo Baremboim reza, no pretende cambiar el mundo , porque probablemente (y desgraciadamente) no lo conseguirá. Pero es un ejemplo inimitable de un grupo de personas que piensan diferente y quieren demostrar que es posible vivir y sobre todo trabajar unidos. Una orquesta sinfónica es quizá uno de los ejercicios más arduos y difíciles de trabajo en grupo y sincronía que existen. Esta generación de jóvenes de Oriente Medio nos está demostrando que es posible. Que es posible que árabes y judíos trabajen en grupo, y que es posible entre todos interpretar una música tan hermosa (gracias, Beethoven, gracias Barmboim) de manera intensa y apasionada. Así lo fue. Sobre nuestras cabezas ayer, con esa brisa veraniega de Madrid que hacía volar a veces las partituras, Beethoven sonó más o menos perfecto, pero sonó sincero y lleno de fuerza. Esa fuerza que van a necesitar esos músicos en su regreso a su vida diaria, para intentar ser germen de otro tipo de juventud, de otro tipo de forma de hacer las cosas. Hay una mayoría de jóvenes de oriente medio que viven inmersos en una realidad de odio, y que son fácilmente manipulables, y lo están siendo en esa cultura de odio, un odio aún mayor que el de sus generaciones anteriores, que parece prolongar el final de este conflicto a un futuro incierto y lejano. Estos jóvenes de la Orquesta East-Western Divan deben ser una semilla de tolerancia y convivencia. Bien lo sabe Baremboim, que con ahínco sigue luchando por este proyecto a pesar de las dificultades (este año varios músicos de Siria y Líbano no han podido unirse al proyecto, por causas evidentes)... Supongo que es un sueño, pero la música, en su capacidad de hacernos evadir de la realidad, de hacernos ver la vida con distancia, de crear belleza y paz de espíritu, dejó ayer que ese pequeño rincón de esperanza que todos albergamos se hiciese grande, infinito, bajo la noche. Sólo horas antes escuchaba en directo por la televisión, desde la frontera de Israel con el Líbano, el viento inclinar las columnas de humo de los misiles israelíes.
Gracias Baremboim, gracias Beethoven, gracias Orefeón Donostiarra, gracias solistas (adorada Waltraud Meier) y sobre todo, gracias jóvenes de la orquesta East-Western Divan, por el ejemplo y por la tenacidad. Suerte y ánimo. Con el corazón

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ya han estado en la Plaza Mayor? Había oido que iban para allá, pero no imaginaba que fuera tan pronto.
Yo fui a verlo en el estreno de la gira el pasado martes aqui en Sevilla, en la Maestranza, también al aire libre, y la verdad es que me impresionó. Aunque no lo creas fue mi primer concierto. Y claro, acabé encantado. Repetiré y a menudo, si la economía lo permite.
Como dices que me has leido alguna que otra vez ya sabrás que estoy en fase expansiva, probandolo todo y haciendo cosas que antes no podia permitirme o no me había atrevido hacer.
Estoy de acuerdo con todo lo que dices en tu post. De modo que cuando vuelva mejor les remito a todos a tu blog para que te lean, se queden con el mensaje (yo no podría exponerlo mejor) y se dejen llevar por el espíritu que une, el de la música que estos jóvenes andaluces, israelies y palestinos intrepretan. Y con el significado de su unión.
Besos.

Vulcano Lover dijo...

gracias, Enis, de nuevo... Ya veo que me he hecho todo un Fan, contigo. Hace muchos años que admiro a Baremboim. A pesar de que no siempre me gusta su sentido de la interpretación, es uno de los más grandes directores de las últimas décadas. Y sobre todo, tiene una inmensa humanidad así como un compromiso muy fuerte con este proyecto. Alguien iluminado que lucha porque la música pueda ser un instrumento de paz y de entendimiento. Tan simple y tan difícil a la vez. Y también porque fue marido de mi más interprete favorita de toods los tiempos, que es Jaqueline Du Pré, de la que me habrás leído cosas por el blog, porque la cito con cierta frecuencia.
Gracias por tu mail, te respondo ahora y espero que podamos cruzarnos en madrid.
Besos