Hiciste bien en escaparte. En doblegar la realidad a los deseos de Apolo, que esperaba con mirada fría que nuestros besos le acercasen su carnalidad olvidada. Y reír por nuestra calle, que sube y que baja, y que nos hace esquivar la mirada al ruido y a las otras miradas, pero que acelera tu boca en un instante. Y recorrer nerviosos la oscuridad dentro de la luz, y llegar a la frontera de la piel, para dejar en ella la marca del futuro deseo.
Dos océanos se persiguen en su redondez. El círculo quiere cerrarse pero la tierra seca sus bordes. Y las corrientes submarinas, en su espesor, en su turgencia, en tu indecente tibieza, siguen acelerando haces de luz azul, como en una película de Lynch. Y los coches siguen su recorrido, las parejas sus besos, los curiosos sus miradas... El ritmo de la ciudad, que sigue su vertiginoso descenso a un sábado en el que olvidar la mediocridad de la semana.... cada uno en su danza y en su veneno, pero con nubes de Apolo aún en la memoria. Ella, en su azotea, seguro que se sonríe.
4 comentarios:
A medio camino entre el Olimpo doméstico y el parque infantil. Quizá secuestrados por la carnalidad de los primeros y la indecente amoralidad de los segundos. Columpio y tobogán de manos que continuan inventando palabras o de palabras que caen en el balanceo firme y contundente de los labios. Bifurcados al fin en dos andenes que se prometen cine y simbiosis fílmica antes de la orgía de infiernos y cielos de la madrugada.
Merci -biensûr- pour le chocolat...
mon cher, w., se está usted vulcanizando... ;-)
Las azoteas se inventaron para eso, para sonreír. Un gato persigue a la luna en el tejado de enfrente. ¿O fue al revés?
Contigo seguro que es al derecho y al revés mon cher. Y serás luna y gato, ojos resgados y efecto translúcido.
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