22 de febrero de 2006

La finestra di fronte, diframmentata


Dedicado a Massimo Girotti.

Mio caro Simone. Dopo di te, il rosso non é più rosso, l’azzurro del cielo non é più azzurro. Gli Alberi non sono più verdi. Dopo di te devo cercare i colori dentro la nostalgia che ho di noi.
(“Mi querido Simone, después de ti el rojo ya no es rojo, el azul del cielo no es ya azul. Los árboles ya no son verdes. Después de ti debo buscar los colores en la nostalgia que tengo de nosotros” Carta de Davide a Simone, ya muerto)

Ho ancora bisogno di una tua parola, Davide, di un tuo sguardo di un tuo gesto. Ma poi, all’improviso sento i tuoi gesti nei miei, ti riconosco nelle mie parole. Tutti quelli che se ne vanno ti lasciano sempre addoso un po’ di se... E questo il segreto della memoria? Se é così, allora, mi sento più sicura, perche so che non sarò mai sola.

(“Aún necesito una palabra tuya, una mirada tuya, un gesto. Pero después, de repente, siento tus gestos en los míos, te reconozco en mis palabras. Todos los que se van te dejan siempre encima un poco de ellos... ¿Es ese el secreto del recuerdo? Si es así, entonces, me siento más segura, porque sé que no estaré nunca sola” Giovanna, a Davide, ya muerto)



Son las siete, y la ciudad se pliega sobre sí misma. Dos trenes se cruzan en la estación más subterránea que se conoce. Unos suben, otros bajan, nadie se reconoce. Yo subo, mirando las sombras que se proyectan sobre los azulejos de colores chillones. El tren prosigue, se detiene dentro de un túnel, y algún pasajero incluso se preocupa. En ese espacio de tiempo, llego a casa, y subo la persiana, dejo que el último atisbo de claridad entre en la habitación. La vecina riega unas flores en su ventana y al descubrirme corre con rapidez la cortina. Dentro suena esa música con la que me persigo desde hace días. Alguien pasa por la calle y mira hacia arriba. Tú desciendes las escaleras del metro con lentitud, hundiéndote en las luces de los fluorescentes que te indican el camino. Me acerco al dormitorio, siento aún el sexo sobre las sábanas, húmedo, pellizcante, humano, todavía su recuerdo me excita, me produce un cosquilleo entre las piernas. La música continúa, y yo, algo ausente, sintiendo por primera vez el vacío del día, me siento en una silla e intento leer sin conseguirlo, los titulares del periódico. Las letras se alargan y tú, al chirriante sonido del freno de la máquina, sientes un resorte que se quiebra dentro de ti. Te levantas, y sales del vagón. Yo pienso, me hundo en imaginar qué tiene este día para ser tan frío. Y siento calor en una brisa que me alcanza. Una brisa imaginaria, que va a detonar el impulso de atrapar mi abrigo, mi bufanda de líneas de colores, y salir, escaleras abajo, como en un tornado que gira con fuerza titánica . Al llegar al segundo piso agarro con fuerza la esquina del pasamanos, dejo mi olor en ella. Las escaleras mecánicas te alzan en la tarde, en las nubes frías que se rasgan en el horizonte añil. Mi cuerpo, todo abrigo, bufanda que gira en mi cuello, recorre la calle estrecha, y el cartero me mira con sospecha, también la anciana del segundo que vuelve con la compra en mano... No veo el final de la calle, no lo veo. Me siento volar sobre los coches que se aprestan a enfrentarse al último atasco de la tarde. Detrás, apoyado en la esquina, espera tu mirada. Mirada y labios que se cruzan en la tarde, que no dicen nada, que lo dicen todo. Respirar el crepúsculo, soñar, y hundirse de nuevo en la rutina que nos dirige, a un nuevo vagón, a un nuevo titular no descifrado, a un café, a una noche nueva de sexo, al sueño que repara y deshace.
De regreso, he vuelto a ver algunas escenas de la ventana de enfrente, de Ferzan Ozpetek. Giovanna (Giovanna Mezzogiorno) bajando esas escaleras me persigue desde hace meses. Ese arrebato de la vida posible que se le escapa abajo, ese pastel que prepara entre sus manos, y que deja impulsivamente para salir corriendo en un instante, ese resbalar en la esquina, la desesperación, esas zapatillas que dificultan la bajada atropellada, el corazón en un puño, esa mano que deja una leve mancha de harina en la esquina del pasamanos, el aire de fuera que no envuelve finalmente ya a nadie, y esos ojos asustados de Giovanna. Sí, la vida puede llegar y pasar de largo, si no la asimos con fuerza. Pero, para hacerlo, debemos querer hacerlo con fuerza, con decisión. Ella deja pasar a Lorenzo, y Lorenzo la deja pasar a ella. Hay personas que cambian nuestra vida. Otras, que nos hacen reflexionar sobre si queremos lo que tenemos. Acertar o errar, sólo depende, en realidad, del corazón. Me sigue conmoviendo la actuación de Massimo Girotti, en su último papel en el cine. Su recreación del enigmático amnésico Davide, que va desvelando poco a poco su oculto e intenso amor por Simone, se deshace en su mirada de una forma conmovedora, con la sencillez que sólo un grande podía llevar a la pantalla. Su pasión invisible, entregada, nos desarma cuando los fantasmas entran en escena y las miradas certeras del deseo cruzan la pantalla, dejándonos sin aliento, emocionados por su sinceridad.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

aire que vaga entre ventanas, ventanas que hilvanan sueños, sueños que enlazan atardeceres, atardeceres en espiral, en escalera, en bajada titánica a los infiernos donde, en realidad, se oculta el cielo
(track 02)

Vulcano Lover dijo...

Del cielo al infierno, del infierno al cielo, en espiral ascendente o descendente. Me quedo en el segundo, junto a la fina mancha de harina. Esperando que subas, o que bajes.

Anónimo dijo...

Subir o bajar (somos aire, ya sabes) Movimiento, al fin. ¿Me esperas?

Vulcano Lover dijo...

Sí, hacia dónde tengo que mirar, ¿arriba o abajo?

Anónimo dijo...

Donde más te guste...

Vulcano Lover dijo...

Dévinez vous

Anónimo dijo...

Arriba, al final de la calle.
Abajo, al final de la escalera.

Vulcano Lover dijo...

Allí estaré... Dame una pista y alí estaré

Anónimo dijo...

Van en camino... Como yo mismo...

Homo-Sapiensis dijo...

Cuando vi es pelicula, lloré... Me quise sentir Simone... para intentar acompañarle de alguna manera...Pero, poco consuelo se puede dar cuando has perdido "al amor", y más cuando crees que pudiste haberlo evitado... Es una pelicula que forma parte importante de mis sensaciones, de mis nostalgias y esperanzas... Me alegra coincidir aqui y contigo. Un abrazo

un-angel dijo...

La vida puede llegar y pasar de largo si no la asimos con fuerza... que gran verdad, amigo. Creo que no me he dado cuenta demasiado tarde de ello, aún queda vida.
Un abrazo, me encantó la referencia, gracias.